Myke Towers, la pantera negra, llena la Feria de Zaragoza con más de 15 mil personas

Zaragoza

El puertorriqueño Myke Towers tuvo que compartir protagonismo este pasado sábado con el tiempo. El termómetro marcaba 31 grados en la Feria de Zaragoza cuando comenzaban a entrar los más ansiosos. “Llevamos aquí desde las once de la mañana, estamos pasando mucho calor, pero ¡mira qué sitio tenemos! ¡No podemos estar más cerca!”, gritaban ante el micrófono de Los40 dos fans del cantante más escuchado en Spotify, mientras se agarraban con fuerza a la valla.

Pero no fueron los que antes llegaron. Según nos indicaba un vigilante de seguridad, eran las seis de la mañana cuando unos padres dejaban a sus hijas de 15 años como las primeras en la fila, mientras ellos se iban a sus quehaceres. “Me han dicho: ‘Te las dejamos aquí a estas histéricas. Nosotros, a una hora normal, vendremos’”.

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A las 11:00 llegaba la familia de Judith, de Barcelona. “¡Antes deberíamos haber venido!”, reprochaba Judith a su madre, que confesaba no saberse muchas canciones, pero decía: “Nos encanta la de Lalala” —entonó—. También nos trasladaron alguna queja hacia la organización JBL Producciones: “Nos dijeron que a las 21:00 empezaba el concierto y ayer nos mandan un dossier diciendo que empieza a las 23:00. Y nosotros tenemos que volver con los críos a casa. Tenemos tres horas de espera”.

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Entre las quejas, también estaban el agua y las cremas solares: “¡Mira qué calor hace! Y en la entrada nos tiraron las cremas solares y las botellas de agua. ¡Un agua cuesta cinco pavos!”. La denunciante, de 16 años, insistía: “Después de gastarme 120 pavos en una entrada, no me queda para mucho más. Pero bueno, sobreviviremos”.

Empezaban a sonar las primeras canciones a cargo del DJ cuando el agua le obligó a retirarse. Eran miles las personas que estaban sentadas cuando la lluvia comenzó a caer con más fuerza. Feria de Zaragoza actuó con rapidez, abriendo una de sus naves para que todos los asistentes pudieran refugiarse. A pesar de las súplicas de algunos por no querer moverse de su gran logro —“Jo, tío, pero mira qué sitio tenemos, no podemos movernos”—, a lo que respondía alguien con más autoridad, “puede haber riesgo de granizo. Entrad todos”.

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Con el ambiente ya más fresco y la noche encima, el reguetonero apareció en el escenario sobre una pantera negra (guiño al nombre de su gira). Reverendo fue la canción con la que decidió hacer su aparición. Él, acompañado de un festival de fuegos artificiales, dejaba claro que el espectáculo iba a ser tan subido de tono como sus canciones.

“¿Dónde están mis niñas?”, “Que las mujeres bailen tranquilas, que yo les doy permiso” … Algunas de estas frases hacían resoplar a Antonio, que había acompañado a su hija adolescente: “Yo he venido porque a mi hija le hace ilusión, a mí esto me saca de quicio”, nos confesaba mientras mantenía la pose de brazos cruzados durante todo el espectáculo.

Destacaba el amplio espacio del que se disponía, a pesar de superar los 15.000 asistentes. La división de zonas según el precio de las entradas permitió a más de uno lanzarse a bailar unas bachatas. “No me preguntes el nombre, me sé las canciones porque las ponen mis hijos en el coche. Al menos, ya que estamos aquí, tenemos sitio para bailar”, nos contaba un matrimonio de Barbastro.

Competencia, La Capi, Lala y, por supuesto, La Falda fueron algunas de las canciones que se cantaron durante la noche del sábado en Feria de Zaragoza. Y si por algo destaca realmente Myke Towers es por sus colaboraciones. Así que no paró de subir jóvenes del público al escenario. “Las letras de estas canciones nos han salvado en muchos momentos”, gritó uno de ellos. Como anécdota, horas antes le habíamos preguntado cuál era su canción favorita. “LVCC”, respondió. Si alguien le hubiera dicho que horas después iba a cantarla junto a su ídolo en el escenario…

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Show terminado, niños contentos, padres sonrientes y la Pantera Negra rumbo a revolucionar Granada. La Feria de Zaragoza, con ganas de acoger otro espectáculo y continuar reafirmándose que es un recinto con amplias capacidades y sin alterar el descanso de nadie. Antonio, ya con los brazos descruzados, hacía su petición antes de marcharse: “Ahora que traigan a U2, que también vendremos”.