Memorias de barrio: La Madalena
Tomamos vermú con los vecinos de este carismático barrio de Zaragoza mientras celebran su semana cultural "un invento creado por los vecinos para huir del ocio pernicioso de los ochenta"

Memorias de barrio. La Madalena.
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Zaragoza
Hace dos mil años fue zona residencial de las élites romanas al final del Decumano de Caesaraugusta. En sus calles nació la Universidad de Zaragoza en el siglo XVI y conserva joyas como la Iglesia de la Magdalena, con su icónica torre mudéjar desde donde se contemplan algunas de las mejores vistas de la ciudad.
Pero más allá de sus edificios históricos, la Madalena es definida por su gente: una comunidad que ha sabido resistir y transformar su entorno. Lo que antes fue un lugar de residencia burguesa, se convirtió desde los años 70 en un refugio para colectivos combativos, feministas, antimilitaristas y artistas.
Nuevo capítulo de la serie de pódcast Memorias de Barrio, que pretende salvar el legado de la memoria viva de quienes han poblado los barrios más históricos de la ciudad. El mítico bar Casa Paricio ha acogido el encuentro con unos cuántos vecinos muy activos en el barrio. Entre ellos, Carmen Turégano, que vive en la Madalena hace veinticinco años, aunque ya frecuentaba la zona en su juventud. Ella nos ha señalado el papel de bares como el Gallizo o Windsor como centros de reunión. Nieves, nacida en el barrio, recuerda que allí se mezclaban generaciones: "los mayores tomaban el vermú y jugaban a las cartas, mientras los jóvenes se acercaban a hablar de política, cultura y activismo". Esta vecina ha rememorado cómo en los años 70 comenzó a asentarse una población alternativa que trajo vida social, militancia y cultura al barrio. Fue un momento de agitación al final de la dictadura, pero también de alegría. La mezcla fue natural: la barra del bar era un espacio común entre generaciones.
Otro vecino, Emilio, ha destacado cómo la accesibilidad de la vivienda atrajo a muchos jóvenes que, como él, pudieron iniciar allí una vida independiente, algo impensable hoy en día. La problemática de la vivienda es uno de los temas más candentes de la conversación. Este vecino ha denunciado que "las casas en ruinas se venden a precios desorbitados o se rehabilitan para luego ofrecerse a valores inaccesibles". Pone como ejemplo la venta de pisos en la Plaza de la Madalena por 375.000 euros, algo “fuera de lugar” para quienes han hecho vida allí durante décadas. Carmen ha aportado también datos alarmantes: pisos de 45 metros cuadrados se alquilan por más de 700 euros. En zonas, como la barriada de Aloy Sala, hay muchas viviendas cerradas, degradadas, que ahora podrían ser rehabilitadas pero que se ofrecerán a precios imposibles. Los vecinos han recibido la noticia de que un empresario local ha vendido 400 pisos y locales de estas viviendas a un fondo de inversión. Estos edificios, muchos con inquilinos mayores, podrían experimentar una subida de alquiler que amenaza con expulsarlos del barrio. “Nos hemos encontrado esta mañana a una mujer de 80 años llorando en la plaza porque no podrá pagar los 500 euros que le piden por su casa”, han relatado con angustia.
Los vecinos han recordado con orgullo su capacidad de movilización y respuesta colectiva. La Madalena fue escenario de luchas sociales, y también de tragedias que marcaron a varias generaciones. Una de ellas fue el trágico incendio de la discoteca Flying. Muchos han recordado cómo, a raíz de ese suceso, se tomaron más en serio las normas de seguridad en los locales de ocio. Carmen ha recordado que su hermano tocaba en la orquesta, pero la abandono una semana antes del fatal incendio, se libró por poco de formar parte de la lista de víctimas.
Los años 80 fueron una etapa especialmente difícil en las ciudades en general, y en La Madalena en particular, marcada por la heroína y el SIDA. Joaquín y otros vecinos han recordado cómo se organizaron para contrarrestar esa oscuridad con cultura: crearon la Semana Cultural de la Madalena, una celebración que aún perdura treinta y siete años después y que nació como un gesto de esperanza. Fueron los propios vecinos y vecinas los que la organizaron y ahí siguen enfrentándose en cada edición a escasez de ayudas y casi ningún apoyo por parte del Ayuntamiento.
La Semana Cultural ha sido la semilla para un despertar cultural en el barrio, que también ha sido residencia para muchos de ellos. Y de nuevo, el papel crucial de los bares. En El Entalto, por ejemplo, surgieron iniciativas que mezclaban arte, protesta y convivencia. Y en este bar nacieron grupos como Ixo Rai!, que dedicó una canción a la Madalena, "Este es mi barrio", la canción que abrió su primer disco Música & Mondongo. También en el mismo bar, en su sótano, nació el grupo Violadores del Verso.
La Madalena ha sido tierra fértil para músicos y artistas. Desde los primeros ensayos de Amaral y Héroes del Silencio, el legado artístico está presente en cada esquina. Los locales de ensayo alrededor de las Tenerías, en Aloya Sala, fueron semilleros culturales de los que salieron nombres que luego cruzaron fronteras. Y en esa misma urbanización, por si hubieran pasado pocas cosas, Paz ha recordado que el jugador del Barcelona, Enrique Castro "Quini", mito de los años ochenta, vivió su secuestro en uno de esos locales. Al menos, dos de sus secuestradores siguen viviendo en la Madalena.
Sin embargo, el barrio enfrenta hoy una amenaza distinta: la gentrificación. La subida de precios, la especulación inmobiliaria y la pérdida de identidad ponen en riesgo su carácter diverso y acogedor. Aun así, los vecinos no se resignan. Recuerdan que han luchado contra la delincuencia, la droga, la especulación, y que volverán a hacerlo. Porque la Madalena, dicen, no es solo un lugar: es una forma de vivir.

Portada del pódcast Memorias de barrio

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