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Sociedad

¿Por qué la IA nunca será tu psicólogo?

La incorporación de la inteligencia artificial a nuestras vidas lleva a depender de ella para cosas que únicamente son humanas

Entrevista a Jesús Padilla, psicólogo

Zaragoza

El psicólogo Jesús Padilla, miembro del Colegio Profesional de Psicología de Aragón, además de antropólogo, reflexiona sobre el creciente uso de la inteligencia artificial como sustituto de la terapia psicológica, especialmente entre los jóvenes. A raíz de un estudio publicado por Harvard Business Review, que revela que el 25% de los estudiantes utilizan ChatGPT como si fuera un psicólogo, Padilla advierte sobre los riesgos de esta tendencia y ofrece consejos sobre cómo utilizar la IA de forma responsable.

Padilla reconoce que la inteligencia artificial es ya una realidad y que puede tener beneficios, pero insiste en que no debe sustituir el contacto humano. “Necesitamos hablar con otras personas, no con máquinas”, afirma. La conversación, el café compartido, el sentirse escuchado por alguien que también experimenta emociones, son elementos terapéuticos que ninguna IA puede replicar. Según el psicólogo, la IA puede dar la sensación de escucha, pero en realidad responde desde un algoritmo, sin empatía ni comprensión real.

Uno de los principales riesgos que señala es el aislamiento social. La tecnología, aunque útil, ha contribuido a crear burbujas individuales donde las personas buscan respuestas inmediatas a sus dudas y emociones. “La IA perpetúa el problema del individualismo y puede agravarlo”, advierte Padilla. En lugar de fomentar relaciones sociales, se corre el riesgo de que las personas se acostumbren a resolver sus inquietudes emocionales con respuestas automatizadas, perdiendo la riqueza del vínculo humano.

Otro punto crítico es la inmediatez. La IA está diseñada para agradar, para ofrecer respuestas rápidas y cómodas, lo que puede debilitar la tolerancia a la frustración, especialmente entre los más jóvenes. Padilla subraya que es fundamental aprender a convivir con el malestar emocional y desarrollar herramientas para gestionarlo, algo que no se logra con respuestas genéricas. “La teoría es fácil, pero hay que llevarla a la práctica, y eso requiere adaptación personal”, explica.

En consulta, Padilla ha utilizado la IA como recurso pedagógico, mostrando a sus pacientes cómo las respuestas que ofrece son genéricas y despersonalizadas. Por ejemplo, al preguntar sobre técnicas de relajación o sobre síntomas depresivos, la IA responde con manuales básicos, sin tener en cuenta la singularidad de cada persona. “La salud mental es como el trabajo de un alfarero: hay que moldearla para cada uno”, concluye.

El psicólogo también alerta sobre el peligro de idealizar la IA, recordando películas como Her, donde el protagonista se enamora de una inteligencia artificial. “Esperemos que eso jamás pase”, dice, defendiendo la importancia de seguir cultivando lo social y lo comunitario.

En definitiva, Padilla no demoniza la IA, pero sí llama a usarla con cautela. Su consejo es claro: ante cualquier duda emocional, lo mejor es acudir a un profesional cualificado. La IA puede ser una herramienta, pero nunca un sustituto del vínculo humano.