El mejor tomate de España es zaragozano, aunque no se cultiva
Esta variedad llena de sabor se trata de recuperar desde el CITA y el proyecto Huerto es Vida. Y sí, los tomates de ahora no saben como los de antes

Entrevista a Juan Manuel Refojo de Huerto es vida
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Zaragoza
El penúltimo fin de semana de agosto se ha confirmado en la Feria Nacional de Tomate Antiguo en Cantabria que el mejor tomate de España ha sido el de Zaragoza. No era la primera vez que ocurría, ya que en años anteriores también había destacado la variedad Perón, igualmente zaragozana. Se trataba de un reconocimiento importante, sobre todo porque este tomate tradicional había estado en riesgo de desaparecer.
Gracias al trabajo del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) y al proyecto Huerto es Vida, se había podido recuperar y conservar esta variedad única. Juan Manuel Refojo, agricultor con más de tres décadas de experiencia, ha explicado en Hoy por Hoy Zaragoza que este logro no había sido fruto de la casualidad, sino de un trabajo constante de investigación y preservación de semillas.
Refojo había recordado que el sabor del tomate actual había cambiado en comparación con el de antaño. Los híbridos comerciales, más resistentes y duraderos, habían desplazado a las variedades antiguas que ofrecían más azúcar y sabor. Aunque resultaban menos rentables para la gran producción, estas semillas tradicionales seguían despertando el interés de quienes buscaban calidad por encima de cantidad.
El Zaragozano que ha ganado en Cantabria había sorprendido por su intensidad. A pesar de ser un tomate pequeño y poco vistoso, había logrado imponerse frente a más de 600 variedades. Según lo describió Refojo, su sabor había sido “explosivo”, con un equilibrio perfecto entre dulzor y acidez. Lo comparó incluso con un “Ferrero Rocher de la huerta”, un bocado que evocaba el olor de la planta y que dejaba un recuerdo largo y profundo en el paladar.
El agricultor ha destacado que la semilla original había sido conservada en el banco genético del CITA, lo que había permitido mantener su pureza sin alteraciones. Aun así, había explicado que el reto ahora consistía en seguir cultivando el tomate zaragozano sin que se perdieran sus cualidades. El proyecto Huerto es Vida se había encargado de realizar esa tarea mediante la selección periódica de patrones, garantizando que las futuras generaciones pudieran disfrutar de este producto.
Durante muchos años, Refojo, se había dedicado a la agricultura extensiva y al comercio mayorista, pero el uso de pesticidas y las circunstancias familiares le habían llevado a replantearse su camino. Finalmente, había apostado por los huertos ecológicos y por la recuperación de especies autóctonas, una decisión que había cambiado su vida y que ahora le llenaba de satisfacción.
Aunque en este momento el tomate Zaragozano no se comercializaba de forma masiva, Huerto es Vida había repartido semillas entre agricultores y huertos urbanos para asegurar su conservación. Refojo confía en que, muy pronto, algún productor dé el paso de cultivarlo a mayor escala y llevarlo a los mercados.
Así, Zaragoza no solo había recuperado un pedazo de su tradición agrícola, sino que también había vuelto a situarse en el mapa nacional gracias a un tomate que había conquistado paladares y que promete seguir dando que hablar en el futuro.




