Opinión: El Pirineo no se vende. Oroel no se vende
Alberto Ayora reflexiona sobre el proyecto que acaba de salir a licitación para instalar en el entorno del Parador de Oroel un parque de ocio familiar

Primeras recreaciones visuales del proyecto Oroel Park

El Decreto del Gobierno de Aragón, que aprueba el Plan de Protección del Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, establece como objetivo principal la “conservación de los valores singulares que los caracterizan” y la “preservación de la interacción armoniosa entre la naturaleza y la cultura”.
El proyecto “Oroel Park”, al transformar un área natural en un parque temático, desvirtúa la esencia del espacio protegido, que no es un lugar de esparcimiento artificial, sino un entorno de contemplación y disfrute de los valores naturales y culturales preexistentes. El Monte Oroel no es un solar disponible para experimentos turísticos. Está dentro de un Paisaje Protegido cuya normativa es clara y cristalina: no se pueden construir nuevas infraestructuras salvo excepciones muy concretas.
El proyecto Oroel Park, impulsado por el Ayuntamiento de Jaca, choca de frente con esa legalidad. Hablar de “sostenibilidad” mientras se proyectan “desmanes” de poliuretano, toboganes y tirolinas es un eufemismo: lo que se plantea es un parque de atracciones encubierto en pleno corazón de un paisaje protegido.
Nada que objetar a que se construya un Centro de Interpretación del espacio natural, ni a que se reacondicione el Parador para dar mejor servicio, pero lo que se pretende hacer es totalmente distinto. Es intentar atraer un turismo de masas. Este aumento del tránsito y de la actividad humana genera impactos negativos, incluyendo la contaminación acústica, la generación de residuos y la degradación de los hábitats. Afectaría directamente a las especies protegidas presentes en la zona. A pesar de que el parque se “inspira” en la fauna pirenaica, la perturbación que generaría la afluencia de público podría poner en riesgo precisamente la supervivencia de estas especies, contraviniendo el Plan de Protección del Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, que destaca la importancia de la zona como corredor ecológico y hábitat de especies como el quebrantahuesos, el alimoche, el buitre leonado o el águila real, entre otras.
¿Se ha evaluado la capacidad de carga del entorno, clave para evitar la saturación turística que ya amenaza este espacio? ¿Se ha reunido el Patronato del Paisaje Protegido? ¿Por qué no se ha considerado otro espacio natural no protegido? ¿Por qué no se han destinado los 370.000 € a cubrir necesidades reales en nuestros pueblos?
Lo que está en juego no es un simple equipamiento recreativo: es la credibilidad misma de las figuras de protección ambiental. Si la ley puede retorcerse para permitir un parque temático, ¿qué espacio protegido en Aragón estará a salvo mañana?
Oroel no necesita decorados artificiales. Su valor está en su naturaleza intacta. Y lo que reclama no es hormigón ni cartón; sino respeto, conservación y verdadera protección.
Alberto Ayora




