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Sociedad

¿Se han descentralizado lo suficiente las fiestas del Pilar?

El sábado es el pregón y los representantes de las plataformas vecinales debaten sobre si en los barrios se han programado suficientes actos este año

Reunión de vecinos.

Zaragoza

En el arranque de las Fiestas del Pilar, el debate sobre su programación y el transporte público en Zaragoza ha vuelto a ocupar el espacio Reunión de vecinos. Arturo Sancho, de la Federación de Barrios, y Constancio Navarro, de la Unión Vecinal Cesaraugusta, han compartido sus valoraciones sobre dos cuestiones que afectan de lleno a la vida ciudadana: la descentralización de las fiestas y la falta de conexiones adecuadas en el transporte urbano.

Los participantes han recordado que desde hace años el Ayuntamiento ha buscado descentralizar las fiestas hacia los barrios, pero este objetivo no se ha alcanzado plenamente. Sancho ha señalado que se ha llevado programación a diferentes espacios, pero a costa de vaciar el centro histórico. Según ha explicado, los conciertos puntuales en lugares como el Jardín de Invierno no garantizan que los barrios vivan realmente las fiestas. A su juicio, el resultado ha sido un empobrecimiento de la programación, con menos actividades callejeras y menos espacios de encuentro ciudadano que en épocas pasadas, especialmente en comparación con los años comprendidos entre 2015 y 2019.

En ese mismo sentido, se ha destacado que la valoración ciudadana de las fiestas ha descendido. El año pasado, por ejemplo, la avenida Independencia no contó con ninguna programación significativa y la ribera del Ebro, que antes se llenaba de vida con puestos y actividades, ha perdido protagonismo. Aunque en esta edición se han corregido algunos errores, los intervinientes han coincidido en que sigue faltando una oferta más popular y accesible que devuelva a las fiestas su carácter de encuentro colectivo.

Navarro, por su parte, ha ofrecido una visión más amplia al recordar la evolución histórica de las fiestas. Ha señalado que en tiempos pasados la participación ciudadana era limitada y que con la llegada de la democracia se abrió la celebración a la calle. Sin embargo, ha reconocido que la programación ha experimentado altibajos y que aún resulta difícil lograr que una ciudad de más de 700.000 habitantes viva la fiesta en su totalidad. Ha subrayado que las actividades infantiles y algunos espectáculos sí han llegado a los barrios, aunque en general las fiestas siguen concentrándose en determinados espacios.

Plaza, Puerto Venecia y el Parque Deportivo Ebro, con transporte público deficiente.

En paralelo a este debate, ha surgido otro tema de gran calado: la falta de transporte público adecuado en distintos puntos de la ciudad. Los vecinos han denunciado la ausencia de conexión al Parque Deportivo Ebro, lo que obliga a recorrer a pie cerca de 25 minutos desde la avenida Francia, muchas veces en condiciones de escasa seguridad. Sancho ha recordado que en el pasado varias líneas de bus conectaban este espacio, que ahora registra cerca de 800.000 usos anuales y que necesita una respuesta urgente por parte del Ayuntamiento.

También se han mencionado las dificultades de acceso al polígono de Plaza y a Puerto Venecia. Los trabajadores han advertido que los horarios de los autobuses no cubren la demanda real, especialmente en turnos nocturnos o de madrugada. Navarro ha insistido en que la ciudad no puede seguir planificando desarrollos industriales, comerciales o residenciales sin prever los servicios básicos de transporte, educación, sanidad o cultura. Según ha subrayado, este déficit responde a decisiones guiadas más por intereses económicos que por las necesidades vecinales.

En conclusión, tanto las Fiestas del Pilar como el transporte urbano han reflejado carencias estructurales de Zaragoza. Los vecinos han coincidido en que es necesario aprender de los errores y reforzar la planificación para que tanto la vida cultural como la movilidad se conviertan en verdaderos pilares de una ciudad más cohesionada.