“Somos invisibles”: las cuidadoras reclaman reconocimiento social y económico
Personas cuidadoras ponen voz a una realidad marcada por la entrega total y la falta de derechos después de dedicarse únicamente al cuidado de alguien

Cuidar de las cuidadoras 281025
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Zaragoza
Lourdes cuida de su hijo Ismael, de 23 años, que padece una enfermedad que le ha provocado una discapacidad y requiere atención permanente. Su día a día depende de cómo haya pasado la noche y que rara vez puede hacer planes. “No organizo los días, dependen de cómo esté él”, ha contado. Durante años logró compatibilizar el cuidado con un empleo de tres horas, pero finalmente ha tenido que dejar de trabajar: “No hay trabajo que te permita estar disponible las 24 horas.”
Chunta Aragonesista presentó una proposición no de ley en el último pleno de las Cortes para que se reconozca la labor de las personas cuidadoras, que en amplia mayoría son mujeres, el 93,5% de quienes cuidan en España, y más del 80% han tenido que dejar su empleo o reducir su jornada para hacerlo. Por eso solicitan al gobierno de España que reconozca el cuidado familiar como actividad laboral con derechos laborales, cotización a la seguridad social y una remuneración digna, incluso cuando la persona cuidada va a un centro de día, circunstancia que suele agotar la ayuda económica por el concierto de esa plaza.
Ha reconocido, además, que cuidarse a sí misma resulta casi imposible. “Caemos en el error de ser cuidadoras constantes”, ha dicho. “Cuando encontramos un pequeño momento para nosotras, lo disfrutamos como un tesoro.”
Su testimonio ha dado pie a una reflexión más amplia sobre el papel invisible de las personas cuidadoras. Según ha recordado la diputada de Chunta Aragonesista, Isabel Lasobras, el 93,5% de quienes cuidan en España son mujeres, y más del 80% han tenido que dejar su empleo o reducir su jornada para hacerlo.
Desde la Plataforma Estatal de Cuidadoras Principales, su presidenta, Silvina Funes, ha puesto voz a las reivindicaciones del colectivo. Ha señalado que los datos oficiales de la Seguridad Social no reflejan la realidad, ya que muchas cuidadoras, como Lourdes, quedan fuera de las estadísticas por incompatibilidades con ayudas o servicios. “Como si cuando nuestros hijos vuelven del centro de día ya no necesitáramos asearlos o darles de comer”, ha denunciado.
Funes ha reclamado que la prestación económica por cuidados se equipare al salario mínimo interprofesional —actualmente no llega a 500 euros—, que se permita la jubilación anticipada por el desgaste físico y emocional, y que se reconozca una prestación cuando la persona dependiente fallece. También ha pedido eliminar las desigualdades entre territorios y garantizar un plan de contingencia “por si nos pasa algo a quienes cuidamos”. “Somos invisibles, vivimos décadas cuidando y nuestras vidas quedan diezmadas”, ha afirmado.
Y además de las reivindicaciones, luego está el día a día. Para quienes necesitan apoyo emocional y formación, la psicóloga Raquel Girón, de la Fundación Rey Ardid, ha presentado un nuevo centro en el barrio zaragozano del ACTUR dedicado a los cuidadores. Por él pasarán próximamente grupos especializados que recibirán formación y apoyo emocional para afrontar su labor con garantías. Las relaciones entre cuidador y cuidado, como ha reconocido la psicóloga de la Fundación, son muy dependientes. Y es muy difícil que las personas que cuidan reconozcan que necesitan ayuda o que pidan ayuda. “Pedimos que no se identifique pedir ayuda con debilidad”, ha subrayado.
En este Día de los Cuidados y el Apoyo, Hoy por hoy Zaragoza ha recordado que detrás de cada persona atendida hay alguien que cuida, y que esas manos, casi siempre invisibles, también merecen descanso, reconocimiento y protección.




