Las acequias urbanas de Huesca: una red histórica que sigue viva bajo la ciudad

Huesca

Las acequias de Huesca constituyen un patrimonio hídrico para muchos desconocido. Un estudio del arquitecto oscense Sergio Azpíroz y la paisajista Giovanna Bartoleschi de la Universidad Politécnica de Cataluña revela detalles sobre una compleja infraestructura, fundamental para la democratización del agua.

Con el titulo 'Revelando las acequias urbanas de Huesca', se indaga sobre la ciudad con una marcada tradición hortelana. La presencia de Isuela y el Flumen ha permitido la transformación del territorio en un área agrícola. La gestión y distribución del agua ha dado forma a una singular red de azudes, albercas y acequias cuyo origen se remonta a la época islámica. "Lo que más me ha sorprendido es la enorme complejidad que tiene la red de acequias. Es un sistema sumamente complejo y delicado, que tiene la capacidad de repartir el agua y democratizarla", ha destacado Sergio Aspíroz, coautor del estudio.

El estudio cuenta como la ciudad ha crecido sobre sobre las huertas más fértiles y productivas del entorno, lo que ha supuesto la pérdida de la conectividad ecológica. Pero también de la memoria colectiva que el estudio ha recuperado. "Ha sido reconectar con la generación de nuestros padres que han conocido la Huesca anterior al desarrollismo. Han conocido las huertas, con las acequias como su zona de juegos y aventuras. Ver que la memoria sigue viva y reconectar con la memoria de la ciudad es lo más gratificante", ha señalado el arquitecto.

En la actualidad la red sigue en pleno funcionamiento, pero soterrada bajo los nuevos ensanches urbanos. Muchas pequeñas ciudades están dando pasos para restaurar y rehabilitar sus sistemas hídricos tradicionales y este estudio invita a ello. "La propietaria y la CHE pueden decidir de alguna manera volverlas a visibilizar y que formen parte del tejido urbano de la ciudad", ha incidido el impulsor del estudio.

El trabajo estudia en qué puntos de la ciudad pueden aflorar las acequias, con el fin último de deshacer la huella que el hombre ha dejado sobre el paisaje y fortalecer los servicios ecosistémicos. Un decálogo de pequeñas intervenciones que pueden ser la base sobre la que tejer en el futuro la infraestructura verde periurbana.

Opinión: Atentado al patrimonio: la entubación de un tramo de la Acequia Mayor de Huesca

Sergio Azpíroz y Giovanna Bartoleschi Arquitectos y profesores en el Grado en Paisajismo de la UPC.

Un paisaje querido y vivo

Huesca tiene la peculiaridad de ser una ciudad muy compacta, rodeada de un paisaje inmediato bien conservado y fácilmente accesible. Es muy propio de quienes vivimos aquí salir a caminar o pasear sin otro propósito que disfrutar del entorno y hacer algo de ejercicio.

La red de caminos de la redolada es amplia y variada; hay caminos de solana, más aptos para el invierno y caminos sombríos, donde refugiarse en los días calurosos. Este es el caso del camino de Chimillas, que une la ciudad con la Alberca de Cortés. Se trata de un camino rural, donde abundan numerosos cajicos (Quercus faginea, en el aragonés propio de la Hoya) y cuyo recorrido transcurre acompañado por la Acequia Mayor. El murmullo del agua, la brisa y la sombra conforman un extraordinario refugio climático que constituye un remanso de frescor en los días más calurosos de verano.

Este paisaje de enorme riqueza y fragilidad se ve hoy amenazado: a la altura de la Torre Rodrigo, un tramo de la Acequia Mayor ha sido entubado, destruyendo el cauce naturalizado y la vegetación de ribera asociada, y poniendo en peligro decenas de robles de gran porte. Un nuevo atentado al patrimonio cultural y natural de Huesca se ha consumado.

La Acequia Mayor, la arteria principal del regadío

La Acequia Mayor es la acequia madre que abastece toda la red de riego tradicional de Huesca; constituye la arteria principal del sistema hidráulico de la ciudad. Su curso se inicia en el azud de Nueno, punto donde se derivan las aguas de La Isuela. Desde allí, su cauce discurre casi en paralelo al río a lo largo de unos quince kilómetros, hasta que llega al partidero de Forau, a las puertas de la ciudad, donde se ramifica en las distintas acequias que riegan los términos oscenses. Su origen se pierde en el tiempo: el geógrafo andalusí Al-Udrí ya la menciona en la primera mitad del siglo XI, al describir una ciudad rodeada de exuberantes huertas, jardines y frutales, atravesada por dos acequias que daban vida a la urbe y a su vega fértil.

A lo largo de su recorrido, la Acequia Mayor ha generado una importantísima vegetación de ribera que actúa como conector ecológico, formando un corredor de biodiversidad que enlaza las sierras cercanas con la ciudad. Los cajicos de sus márgenes se han expandido gracias a su cauce, que transporta las semillas y crea las condiciones favorables para su crecimiento. El cauce naturalizado da vida a un hábitat rico; los altos árboles son refugio para aves rapaces —aliadas naturales de los agricultores— y la vegetación de ribera, es lugar de anidamiento de aves acuáticas y acoge anfibios y pequeños crustáceos, vitales para el control de plagas en los cultivos.

La entubación de este tramo de la acequia provoca no solo la pérdida de conectividad ecológica entre la sierra y la ciudad, sino también la muerte de decenas de robles, la desaparición de refugios para numerosas especies y la degradación de un paisaje muy apreciado por la población.

Red de acequias como sistema resiliente

El hortelano Daniel Calasanz, figura que nunca nos cansaremos de reivindicar, elogiaba las virtudes de la vegetación que crece en las márgenes de las acequias. Destacaba cómo esta vegetación contribuía a retener la humedad ambiental en los meses más cálidos y, por tanto, favorecía el crecimiento de los cultivos. Ya entonces subrayaba el valor de la vegetación de ribera como reguladora de la humedad y como protección frente a la aridez.

Con esta afirmación, Calasanz apuntaba a la raíz de la cuestión: una red de acequias naturalizada es nuestra mejor defensa frente a la desecación progresiva que sufre el territorio. Sus palabras, nacidas de la experiencia directa con la tierra, resultan hoy más vigentes que nunca.

Actualmente, las temperaturas aumentan de forma sostenida y los veranos baten récords cada vez más frecuentes. Las predicciones de AEMET confirman esta tendencia: los ambientes áridos de la depresión del Ebro avanzan inexorablemente hacia Huesca, y el paisaje propio de la estepa monegrina podría alcanzar la ciudad en pocos años si no se preservan los corredores de humedad y vegetación que históricamente han sostenido el equilibrio del territorio.

En este contexto, la red de acequias de Huesca constituye la mejor barrera frente al avance de la aridez. Su trazado y funcionamiento reflejan un modo de habitar el territorio basado en el aprovechamiento sostenible del agua y en la integración de paisaje, agricultura y crecimiento urbano.

Estos beneficios ecosistémicos ya han sido reconocidos y puestos en valor en otras ciudades. En Murcia, las acequias históricas (Aljufía y Alquibla) están declaradas BIC y protegidas legalmente frente a cualquier entubado o alteración sin autorización.

Otras ciudades como Granada, Barcelona (Rec Comtal), u otras más pequeñas como Banyoles, Caldes de Montbui o Igualada, se encuentran en un proceso activo de recuperación de sus sistemas de riego tradicionales como parte del paisaje urbano y

de su identidad cultural. En todos estos casos, la recuperación y protección de los sistemas hidráulicos históricos ha demostrado ser una herramienta eficaz para fortalecer la sostenibilidad urbana y reforzar la identidad local.

Llamamiento urgente

El 4 de septiembre de 2025, la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes incoó expediente para declarar los sistemas históricos y tradicionales de regadío como manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de España. Estos sistemas —también reconocidos por la UNESCO desde 2023— son creaciones colectivas que integran valores culturales, socioeconómicos, ecológicos y paisajísticos. Su protección es, por tanto, una obligación moral y legal.

El PGOU de Huesca reconoce expresamente el valor del sistema de riegos, acequias y albercas como parte esencial del medio físico que requiere atención y puesta en valor, identificando el territorio rural como un ámbito con numerosos elementos de interés. El documento concluye que el medio rural exige conservar y poner en valor su patrimonio, tanto como medio de autoconservación como de regeneración territorial. Asimismo, plantea la necesidad de regenerar las proximidades de los cauces fluviales y de considerar el sistema hidráulico como elemento recualificador del territorio.

Pese a que recientemente se ha anunciado que el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento se comprometen a abordar la tan esperada renaturalización de La Isuela a su paso por la ciudad, resulta desconcertante observar que, hasta la fecha, se haya procedido a entubar este tramo de la Acequia Mayor. Llegados a este punto, cabe preguntarse cómo ha sido posible esta actuación: ¿se obtuvieron los permisos de obra correspondientes? ¿Han dado su visto bueno la Confederación Hidrográfica del Ebro y el Ayuntamiento de Huesca, contraviniendo la normativa vigente previamente expuesta?

Sea como sea, urge proteger, catalogar e integrar el sistema de riego tradicional en su entramado urbano y territorial. La Confederación y el Ayuntamiento deben velar por la preservación de este patrimonio milenario, cuya desaparición supondría una pérdida irreparable para la ciudad y para la memoria hidráulica de Aragón.

Es imprescindible actuar con urgencia: desentubar y restaurar este tramo antes de que los robles mueran. Además, las albercas de Cortés y Loreto, junto con la Acequia Mayor y las acequias madre del regadío, deben ser declaradas BIC e incorporadas en un Plan Integral de Protección y Gestión que figure en el PGOU. Estas acequias, junto a la renaturalización del cauce de La Isuela, pueden y deben convertirse en la base de una infraestructura verde periurbana, capaz de reconciliar patrimonio hidráulico y ciudad contemporánea, consolidando un modelo urbano más sostenible y respetuoso con su memoria territorial.

Para finalizar, adjuntamos fotografía anterior y actual de la intervención. Que sean los propios lectores quienes juzguen si esto constituye un atropello a nuestro patrimonio, y decidan si se deben tomar las medidas oportunas para restaurar este tramo de la Acequia Mayor y que algo así no vuelva a suceder.

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