Cuando el patrimonio ha sido víctima de grandes robos

Zaragoza

En la entrega de este mes de Historias de Museo, Ana Gracia y Pablo Lafarga han traído a Hoy por Hoy Zaragoza un tema que ha generado tanto sorpresa como inquietud: los grandes robos que han tenido lugar en espacios museísticos y patrimoniales. La sección ha partido del espectacular asalto cometido en el Museo del Louvre hace apenas un mes y ha enlazado con dos de los expolios más sonados de Aragón a cargo del célebre ladrón de arte sacro Erik el Belga.

El primer bloque se ha centrado en el robo del Louvre, perpetrado el pasado 19 de octubre a las nueve y media de la mañana. En solo seis o siete minutos, un grupo de cuatro individuos ha accedido al museo parisino mediante un camión con cesta elevadora colocado frente a una ventana del segundo piso de la Galería de Apolo. Los ladrones han forzado la ventana y han roto varias vitrinas antes de llevarse importantes joyas imperiales francesas. La operación ha sido tan rápida como simple, lo que ha puesto en evidencia graves fallos de seguridad: la contraseña del sistema de vigilancia era “LUVRE”, la zona carecía de sensores de movimiento, las cámaras estaban mal orientadas y el sistema antirrobo no se había actualizado desde 2014. Tras el golpe, el museo ha cerrado durante tres días y la sala afectada ha permanecido clausurada para la investigación.

A día de hoy, la mayoría de las piezas siguen desaparecidas. Se han recuperado únicamente la corona de la emperatriz Eugenia, que los ladrones han perdido en la huida. El resto —incluido un valioso collar de esmeraldas y diamantes de María Luisa, así como diademas, pendientes y broches pertenecientes a reinas francesas— continúa sin rastro, pese a la implicación de más de cien investigadores y varias detenciones.

La conversación ha viajado después a Aragón para recuperar dos de los robos más impactantes de Eric el Belga, considerado el ladrón de arte sacro más famoso de Europa. Nacido en 1940, Erik ha actuado durante décadas en España, Francia e Italia, aprovechando la escasa vigilancia de iglesias rurales y monasterios despoblados. Se estima que ha sustraído más de seis mil piezas antes de ser encarcelado y, posteriormente, autoentregarse en 1982.

El primero de sus grandes golpes aragoneses ha tenido lugar en 1979 en el monasterio de San Pedro de Siresa. Allí, Erik y su banda han forzado una puerta lateral y han extraído, con sorprendente profesionalidad, diversas piezas de retablos góticos del siglo XV. Tras su detención años después, muchas han sido recuperadas, aunque en lamentable estado por el tiempo que han pasado ocultas y expuestas a la humedad.

Ese mismo año, en diciembre, el ladrón ha actuado en el Museo Diocesano de Roda de Isábena, de donde ha sustraído una enorme cantidad de objetos: mitras, arquetas, un báculo, un tapiz y multitud de piezas litúrgicas. Décadas más tarde, Erik ha regresado para pedir perdón al párroco, quien le ha perdonado públicamente, aunque sin justificar sus actos.

La sección ha cerrado recordando que, aunque parezcan historias propias del cine, los robos patrimoniales han marcado profundamente la historia cultural y siguen muy presentes. Y, como siempre, Ana y Pablo han invitado a escuchar el episodio relacionado de su podcast Esto no es un museo, donde amplían estas y otras historias sorprendentes del mundo del arte y la cultura.