El Tubo, entre el abandono y la oportunidad: los vecinos reclaman decisiones valientes
Constancio Navarro y Arturo Sancho han analizado la situación del Tubo y del casco histórico, señalando décadas de dejadez institucional y la necesidad de escuchar a quienes todavía lo habitan

Zaragoza
La última Reunión de Vecinos en el Hoy por hoy Zaragoza, con los representantes de las plataformas, Constancio Navarro, de la Unión Vecinal César Augusto, y Arturo Sancho, de la Federación de Barrios, ha puesto sobre la mesa un diagnóstico contundente sobre el estado del Tubo y, por extensión, del casco histórico de Zaragoza. Ambos portavoces han coincidido en que el problema no es nuevo: se ha arrastrado durante décadas debido a la rigidez normativa, la falta de intervención pública y la especulación privada que ha contribuido a la degradación progresiva de unos edificios que, en muchos casos, ya eran vulnerables desde su origen histórico.
Constancio Navarro ha recordado su experiencia directa como técnico en la sección de ruinas y órdenes de ejecución, donde durante un año ha recorrido decenas de inmuebles del casco antiguo. Desde ese conocimiento, ha explicado cómo la propia evolución histórica de las ciudades amuralladas ha condicionado la densidad y la precariedad de los cascos viejos, que crecieron hacia arriba y hacia dentro sin margen para garantizar condiciones higiénico-sanitarias dignas. “Eran más muriendas que viviendas”, ha afirmado, subrayando que la degradación venía ya de finales del siglo XIX y que los planes urbanísticos posteriores han consolidado un escenario difícil de revertir.
El representante de la Unión Vecinal ha detallado además cómo la excesiva catalogación de edificios protegidos ha dificultado durante décadas cualquier intervención. Según ha señalado, muchos inmuebles catalogados no tienen un valor histórico real, pero esa protección ha obligado a sus propietarios a afrontar rehabilitaciones inviables, fomentando así el abandono. En este sentido, ha insistido en que la falta de criterios claros en la Comisión de Patrimonio ha generado decisiones subjetivas y una lentitud que ha impedido actuar con eficacia. El ejemplo reciente del edificio de la calle Estebanes, cerrado durante años y hoy prácticamente derribado, ha ilustrado la situación.
Por su parte, Arturo Sancho ha puesto el foco en la vida cotidiana del Tubo. Ha lamentado que la falta de inspección municipal y la dejadez prolongada hayan desmotivado a quienes sí desean rehabilitar y mantener sus edificios. Al mismo tiempo, ha señalado que otros propietarios han aprovechado la situación para especular, dejando morir los inmuebles a la espera de que las administraciones hayan asumido los costes de su derribo. Sin embargo, también ha resaltado un elemento positivo: el Tubo todavía ha conservado parte de su identidad de barrio, porque muchos hosteleros siguen siendo vecinos del propio entorno, lo que ha mantenido la vida local y la preocupación por el futuro de sus calles.
Ambos representantes han coincidido en que la solución no pasa sólo por intervenir físicamente, sino por escuchar a quienes viven allí. Sancho ha defendido la necesidad de abrir procesos participativos reales para definir “qué Tubo queremos” y evitar que el barrio quede completamente entregado al turismo o al abandono. Además, ha planteado que la rehabilitación integral de los cascos históricos ha requerido apoyos supramunicipales, como demuestra la ley de barrios de Cataluña, y que Zaragoza debería aspirar a un marco similar.
En conjunto, las voces vecinales han reclamado decisiones valientes, criterios claros y una estrategia urbana que combine preservación patrimonial, calidad de vida y participación ciudadana. Según concluyen, sólo así el Tubo ha podido empezar a recuperar su papel como un espacio vivo, digno y realmente habitado.




