La COP30 desde dentro: por qué las cumbres climáticas han sido lentas, frustrantes… y aun así necesarias

Zaragoza

En pleno cierre de la COP30 celebrada en Belém, Guillermo Orduña ha analizado por qué estas cumbres climáticas han sido tan complejas y, al mismo tiempo, tan imprescindibles. Ha recordado que la Conferencia de las Partes es el único espacio donde los 195 países firmantes de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático han debido ponerse de acuerdo por consenso. Uno solo ha podido bloquear el resultado, lo que ha evidenciado la dificultad de alcanzar pactos sólidos en un escenario global profundamente desigual.

Guillermo ha subrayado que esta desigualdad histórica ha estado en el corazón de todas las negociaciones. Estados Unidos y Europa —los territorios del llamado “norte global”— han acumulado la mayor parte de las emisiones desde la Revolución Industrial, mientras que muchos de los países más vulnerables han contribuido muy poco al problema y, sin embargo, lo han sufrido con mucha más intensidad.

Para entender mejor este engranaje diplomático, la sección ha recuperado el testimonio de Phillipine Ménager, representante de CODES y observadora oficial acreditada por Naciones Unidas. Antes de viajar a la cumbre, Ménager ha explicado que las COP han nacido en 1992 como un proceso de negociación a largo plazo en el que todo se decide por consenso. Esa característica —ha señalado— ha hecho las cumbres más lentas y más difíciles, pero también más legítimas, porque las decisiones han representado a toda la comunidad internacional.

Ménager también ha detallado uno de los grandes nudos de la COP30: la financiación para la adaptación climática. Ha explicado que mientras en mitigación hay cierto margen para que el sector privado invierta en tecnologías de reducción de emisiones, la adaptación —que implica proteger a las poblaciones vulnerables ante sequías, inundaciones o la subida del nivel del mar— solo ha podido sostenerse con financiación pública. “Sin recursos no hay transición”, ha recordado. Además, ha advertido de que recurrir a préstamos en vez de ayudas directas ha tenido un efecto perverso: ha generado deuda en países que ya estaban en situación crítica.

La representante de CODES también ha insistido en cómo las decisiones adoptadas en una COP han terminado aplicándose después en los territorios. Ha puesto como ejemplo la COP26 de Glasgow, donde se ha aprobado vincular salud y acción climática. España se ha comprometido, pero al regresar —ha contado— muchas estructuras del sector sanitario ni siquiera conocían ese acuerdo, lo que ha demostrado la brecha entre la negociación y la implementación.

Guillermo ha cerrado la sección recordando que las COP han tenido su propio ritmo: una primera semana técnica y una segunda plenamente política, con reuniones formales, bilaterales y negociaciones informales que han moldeado decisiones finales. Aunque los resultados hayan parecido poco ambiciosos, ha insistido en que esta cumbre ha dejado un compromiso clave: triplicar los fondos de adaptación. El reto ahora —ha señalado— es comprobar si este anuncio se ha traducido en acciones reales durante los próximos doce meses.

Mientras tanto, ha concluido, la acción local sigue estando en nuestras manos. Porque aunque a veces nos digamos que no podemos hacer nada, siempre hemos podido empezar por cuidar lo que tenemos más cerca.