Preocupante aumento de ansiedad y burnout entre el profesorado aragonés, según el Defensor del Profesor
El servicio alerta de que la Administración sigue sin activar medidas eficaces para frenar el deterioro emocional docente
Presentación del informe del Defensor del Profesor de ANPE
Huesca
El Defensor del Profesor de ANPE Aragón ha alertado sobre un incremento significativo de los riesgos psicosociales que afectan al profesorado en la Comunidad. El balance del curso 2024-2025 revela un repunte de casos vinculados a ansiedad, síntomas depresivos y síndrome de burnout, lo que confirma un deterioro persistente del bienestar emocional docente.
El informe constata que cada vez más docentes acuden al servicio en situaciones de tensión emocional sostenida, buscando apoyo antes incluso de solicitar una baja médica. «La carga emocional acumulada, unida a la falta de apoyos y a la sobrecarga burocrática, termina derivando en bajas que podrían haberse evitado con una política preventiva más sólida», ha señalado Teresa Hernández, presidenta de ANPE Aragón y coordinadora estatal del servicio.
El síndrome de burnout, caracterizado por agotamiento extremo, desmotivación y sensación de ineficacia, aparece en un número creciente de casos, que además son más complejos y prolongados.
El estudio advierte que el malestar docente se ha convertido en un fenómeno estructural en Aragón, agravado por factores como ratios elevadas, falta de personal, atención creciente a alumnado con necesidades especiales y cambios normativos continuos. «La Administración educativa conoce esta situación, pero sigue sin activar una estrategia potente que mejore el contexto laboral», ha subrayado Hernández.
A los problemas emocionales se suman conflictos habituales con alumnado y familias, presiones para modificar calificaciones y actuaciones que derivan en un estrés prolongado, incrementando el riesgo de ansiedad y burnout.
ANPE reclama medidas urgentes
El sindicato exige un plan integral que incluya refuerzo de plantillas, reducción drástica de cargas burocráticas, protocolos específicos de prevención, apoyo psicológico accesible, reconocimiento de patologías asociadas al desgaste emocional como enfermedad profesional y ratios más bajas. «Sin una inversión decidida y coherente es imposible mejorar el trabajo cotidiano en las aulas», concluye Hernández.




