Día Internacional del Voluntariado: "Actuar hoy para cambiar el mañana"
Cinco historias que reflejan la fuerza de una comunidad con más de 100.000 voluntarios que sostienen gran parte de la asistencia social en Aragón
Día Internacional del Voluntariado
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Zaragoza
En el Paseo de la Independencia, junto a Correos, la exposición Actúa hoy, cambia el mañana muestra estos días el rostro a través de varias fotografías de un Aragón profundamente solidario. No es una frase hecha: más de 100.000 personas entregan su tiempo en distintos ámbitos del voluntariado —social, medioambiental, deportivo o institucional— y lo hacen, como explica Anabel López, vicepresidenta de la Coordinadora Aragonesa de Voluntariado, movidas por un compromiso personal que transforma vidas y también la sociedad.
López recuerda que la mayoría de la acción voluntaria sigue concentrándose en la intervención social: acompañar a personas en dificultades económicas, de salud o en situaciones de vulnerabilidad. El perfil mayoritario continúa siendo femenino y, aunque las formas de captar voluntarios han cambiado —hoy lo hacen sobre todo las redes sociales y el boca a boca—, la esencia sigue intacta: “recibes más de lo que das”, afirma.
Esa frase podría resumir la historia de Susana, voluntaria de ARAPREM. Su motivación nace del agradecimiento: tras perder a uno de sus mellizos y ver a su hijo Lucas luchar por sobrevivir con apenas un kilo de peso, decidió devolver el apoyo que recibió en la UCI neonatal. Hoy acompaña a padres que viven ese mismo miedo que ella conoció, escuchándoles sin juzgar y ofreciéndoles un rayo de esperanza.
Raquel llegó al voluntariado gracias a su hija, una de las voluntarias más jóvenes de Zaragoza. Cuando se quedó con más tiempo libre, se animó a colaborar en Fundación Cruz Blanca y ahora la llaman “la profe”. Enseña alfabetización a personas que no saben leer ni escribir en ningún idioma, muchas recién llegadas de países como Gambia, Marruecos o India. Cada avance que ve en sus alumnos es, dice, “un triunfo grandísimo”.
Raquel Pardina, exposición de la Coordinadora de Voluntariado de Aragón
Raquel Pardina, exposición de la Coordinadora de Voluntariado de Aragón
También María decidió hacerse voluntaria después de pasar por una experiencia límite: superó un cáncer infantil y, en cuanto pudo, quiso apoyar a otras familias desde Aspanoa. Allí ayuda en mesas informativas, sensibiliza sobre la enfermedad y contribuye a impulsar la investigación: “No tuve ninguna duda de que quería hacerlo”.
Diego, ingeniero biomédico, lleva casi diez años en la Asociación Española contra el Cáncer. Empezó con 24 años, rompiendo el perfil tradicional del voluntariado, y desde entonces acerca la ciencia a niños y mayores en talleres que buscan explicar qué hay detrás de la investigación oncológica. “Un pequeño gesto puede ayudar muchísimo”, recuerda.
Diego Alastruey, en la exposición de la Coordinadora de Voluntariado
Diego Alastruey, en la exposición de la Coordinadora de Voluntariado
La historia de Marlén es quizá la más dura. Llegó a España en 1999 huyendo de la violencia de género y encontró en AmaSol —la asociación de familias monomarentales— un refugio donde no tuvo que justificar su pasado. Aquella ayuda desinteresada le cambió la vida y hoy la devuelve apoyando a otras madres, impartiendo talleres y creando comunidad: “Amasol es mi familia”.
Cinco historias diferentes, una misma raíz: la convicción de que el tiempo compartido tiene un poder enorme. Y eso es lo que reivindica Aragón en este Día Internacional del Voluntariado: que actuar hoy sigue siendo la mejor manera de cambiar el mañana.
