Celebrar sin contaminar: las claves que hemos descubierto para hacer eventos verdaderamente sostenibles
Guillermo Orduña ha analizado en SER Sostenibles cómo la movilidad, la energía y los pequeños gestos en casa han marcado la diferencia a la hora de reducir la huella ambiental en fiestas y reuniones.
Zaragoza
A veces hemos dejado de cambiar hábitos porque nos hemos convencido de que no podíamos hacerlo. Esa voz interior que nos dice “da igual”, “es poca cosa” o “no merece la pena” nos ha frenado más que la falta de opciones reales. El espacio SER Sostenibles de esta semana nos ha demostrado lo contrario: hemos tenido margen y herramientas para celebrar de forma más responsable sin renunciar a disfrutar.
En Hoy por Hoy Zaragoza, Guillermo Orduña ha arrancado con un guiño a la emisora —“la mejor radio de Aragón”, ha dicho entre risas— antes de meterse en la pregunta clave de estos días: ¿cómo hemos podido hacer unas fiestas o eventos verdaderamente sostenibles?
La respuesta ha surgido tras analizar una guía elaborada por la Alianza del Entretenimiento Sostenible de Estados Unidos, donde se han recopilado recomendaciones y anécdotas de grandes producciones comprometidas con reducir su impacto ambiental. Orduña ha recordado, por ejemplo, cómo el rodaje de la nueva película de Lilo & Stitch en Hawái se ha planteado como un proyecto “cero waste”, usando materiales compostables y compensando su huella de carbono.
A partir de esa guía, hemos conocido que el 75% de la huella de un evento procede de la movilidad de quienes asisten. Por muchas mejoras que se hagan en iluminación, residuos o energía, el impacto mayor ha estado en cómo nos desplazamos. Guillermo ha explicado que esta es todavía el área más difícil de descarbonizar. De ahí que la primera recomendación haya sido elegir lugares accesibles sin dar vueltas para aparcar o, si es posible, llegar a pie, en transporte público o en modos no contaminantes.
El segundo bloque de impacto ha sido la energía. Aunque solemos fijarnos en el plástico o en los vasos reutilizables —importantes, sin duda—, Guillermo ha recordado que lo invisible pesa más que lo visible. Muchos eventos siguen funcionando con generadores diésel ocultos tras los escenarios, que han emitido cantidades enormes de CO₂ sin que el público los vea. Apostar por electricidad renovable o sistemas más eficientes ha sido, por tanto, un cambio crucial.
También hemos hablado de la alimentación: elegir productos locales, de temporada y con menos embalaje ha reducido la huella sin complicaciones. Y por último, los residuos, donde cada vez más personas han adoptado envoltorios reciclables o reutilizables incluso para el amigo invisible.
Una recomendación curiosa ha llegado desde el sector audiovisual: prohibir motores al ralentí. En rodajes, muchos vehículos se han dejado encendidos solo para mantener el aire acondicionado o la calefacción, generando emisiones innecesarias. Trasladado a la vida cotidiana, Guillermo ha recordado que “un abrigo, una sombra o un botijo contaminan menos que un coche encendido”.
El espacio ha terminado con un consejo práctico: ponerlo fácil es más efectivo que reñir. Guillermo ha contado que en su casa ha bastado con colocar carteles claros —hechos incluso por sus hijas— para que toda la familia separase bien los residuos sin tener que dar indicaciones constantes.
Con las fiestas a la vuelta de la esquina, la sección ha dejado un mensaje optimista: hemos tenido margen para celebrar con menos impacto, si sabemos por dónde empezar. Porque lo sostenible no ha sido hacerlo perfecto, sino hacerlo posible.
