La hidroterapia, un aliado clave en la recuperación y el bienestar de los mayores en Bouco Zaragoza
Patricia Peralta, terapeuta de la residencia Bouco Zaragoza, explica los beneficios físicos y anímicos para los mayores de hacer terapia acuática todo el año

Cadena SER

Zaragoza
La recuperación funcional y la rehabilitación traumatológica, postquirúrgica o neurológica se han convertido en pilares fundamentales del cuidado asistencial en muchas residencias de mayores. Para numerosos usuarios, estos centros representan un espacio donde recuperarse tras un episodio cardiovascular, una caída o, simplemente, frenar la pérdida de musculatura propia de la edad. En este contexto, la hidroterapia se erige como una herramienta imprescindible para mejorar la movilidad y mantener la salud.
La residencia Bouco Zaragoza es un ejemplo destacado de este enfoque. El centro dispone de una piscina climatizada integrada con spa, lo que permite ofrecer sesiones terapéuticas durante todo el año, incluso en los meses más fríos. Patricia Peralta, terapeuta especializada del centro, explica que esta instalación forma parte esencial de la rutina de tratamiento de los residentes.
Peralta detalla que las sesiones de hidroterapia o aquagym se realizan de forma individual, con una duración aproximada de 30 minutos. En ellas, se trabaja “no sólo lo físico, sino también las habilidades funcionales y ejecutivas, además de lo cognitivo”. Antes de iniciar el proceso, el equipo multidisciplinar de la residencia realiza un diagnóstico y una valoración para fijar objetivos personalizados que se ajustan al estado y a la capacidad de cada persona. La actividad suele programarse entre una y dos veces por semana.
Los mayores cuentan con dos grandes aliados en estas sesiones. El primero es la propia terapeuta, que, según señala, “se moja con ellos”, acompañándolos dentro del agua para reducir el miedo inicial al medio acuático. El segundo es el propio entorno: “la ausencia de gravedad significa menos dolor, y el sentirse más ligeros y sin molestias ayuda a activar de manera consciente la musculatura que soporta al hueso”. Gracias a ello, se favorece la mejora de patologías frecuentes asociadas al envejecimiento, como problemas de cadera, hombros o rodilla, en ocasiones agravados por caídas o por enfermedades como la artritis.
Para los pacientes neurológicos, la piscina se convierte en un escenario clave para reforzar la readaptación a la marcha. La hidroterapia les permite trabajar el apoyo parcial, el control postural y el equilibrio, fundamentales en el proceso de volver a caminar.
Más allá de su función rehabilitadora, la terapia acuática se ha consolidado también como una actividad preventiva para promover un envejecimiento activo. Residentes sin lesiones participan igualmente en estas sesiones, que califican de “10 sobre 10”. Su popularidad se debe tanto al disfrute que les proporciona como a sus beneficios cardiovasculares, respiratorios y funcionales. Tareas tan cotidianas como subir un bordillo o ascender una ligera cuesta entrañan un gran esfuerzo para muchas personas mayores. Por ello, para Patricia Peralta, los avances observados en la piscina “son algo mágico”, ya que los usuarios recuperan confianza, pierden el miedo y comprueban que pueden mejorar.
El trabajo acuático se complementa siempre con ejercicios en el gimnasio, donde se refuerzan los mismos parámetros trabajados en la piscina. Como cierre perfecto, cada sesión termina con un momento de relajación en el jacuzzi o bajo los chorros de agua, un final que los residentes esperan con entusiasmo.




