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Cartas al Director: "La carta que no pude leer"

Pablo Arenas Alvarez

El viernes pasado, en la entrega de los Premios Aragón, yo recogí el premio a mi padre, Juan José Arenas, con la pena de que por razones de protocolo, en un acto tan importante como el que fue, me quedé sin poder leer la carta que le había preparado a él. Aquí les dejo mi escrito. Es la carta de reconocimiento y de gratitud de un hijo a su padre, que tendría que haber leído tras la lectura de la carta que el mismo encargó leer en su nombre, ahí en el atril junto con los demás premiados, personalidades e invitados:

“Presidente, estimados Sres y Autoridades del Gobierno de Aragón, y todos los presentes y amigos:

Solo quiero decir que yo, como hijo suyo, después de leer estas letras escritas por mi padre y recoger en su nombre este premio tan importante, ¿qué más puedo decir de él?

Todos ustedes le conocen como Don Juan José Arenas, el gran ingeniero de caminos, el gran maestro de los puentes, puentes que parecen encargados y hechos a medida para el uso y disfrute de los mismísimos dioses.

La visión del profesional, es la que todos ustedes pueden ver a diario en sus obras, y “por sus obras le conoceréis”.

Pero yo incidiría en resaltar el aspecto humano de Juan Jose Arenas, el aspecto que no todo el mundo tiene la fortuna de conocer. Lejos de ser un simple intelectual, es una persona con una sabiduría y un conocimiento increíble, es sobre todo, un humanista con una sensibilidad tan especial, que ha sabido transmitir su conocimiento a todas aquellas personas que se han arrimado a él. Mi padre impregna a quien se acerca a su lado, de sabiduría, de Historia, de arte, de literatura, etc.

Pero, si me dejan dos minutos más, querría darles un par de pinceladas sobre su personalidad y su humanidad. Yo a Juan Jose Arenas nunca le he llamado así…  Desde que nací, siempre le he llamado papá.

Y desde la interioridad de la familia, puedo contarles, cómo mi padre siempre se ha emocionado con su Huesca querida, su Aragón, su tierra de la que se fue hace tantos años, pero con la que nunca ha dejado de soñar, o con su equipo de futbol, “el Zaragoza”, así como de su otra tierra de acogida, Santander y Cantabria, la tierra de su adorada mujer, Maíta, mi madre, donde nos ha criado a todos los hijos y donde ha desarrollado su profesión, hasta llegar al más alto nivel… Pero donde más sentimiento le hemos visto por encima de todo, es al pronunciar una palabra, España, al ver ondeando la bandera española, al oír el himno nacional. El se siente sobre todo un español de los pies a la cabeza, que se entristece al ver cómo discutimos los unos con los otros, a veces por bobadas, cuando unidos podríamos ser una potencia en Europa imparable.

Otra de las grandes pasiones de mi padre es el tren, su amor por el ferrocarril.  Desde hace tiempo el AVE ya une Zaragoza con las principales capitales españolas, Barcelona y Madrid, pero su gran sueño desde niño hasta la actualidad, el sueño con el que le hemos visto llorar de emoción, es la reapertura de la estación de Canfranc, aquí en los Pirineos, y el túnel que uniría Aragón con Francia. Recuerdo cómo nos llevaba de pequeños a ver la estación, casi en estado de abandono y ruina. Sin embargo, este sueño de ver dicha estación/museo en funcionamiento, parece que al final puede ser posible, y les aseguro que es uno de sus mayores deseos, que le gustaría ver hecho realidad a mi padre.

Quien le conoce, sabe que es la persona más humilde y más austera de este mundo. Aborrece todas las exaltaciones de poderío económico, del lujo, del despilfarro, y sin embargo se emociona con las cosas más sencillas de la vida, como la sonrisa de un nieto, o las gracias de una perrita. La idea preconcebida de este “mago de los puentes”, como un gran empresario o coloso de los negocios, es lo más alejado de su realidad diaria. El éxito de mi padre, no ha sido más que es el fruto del esfuerzo de cada día, del sacrificio y la dedicación, a una profesión que la ha vivido de corazón, de la que ha estado enamorado desde el principio hasta el final.

Espero que la recepción de este premio, así como los ya recibidos en su larga carrera profesional, le ayuden a tener un motivo más para sentirse feliz y satisfecho de una vida plena, como aragonés, como español, y como persona querida por los suyos y por todo el mundo.

Yo como hijo de Juan Jose, no tengo más que agradecerle a él y a mi madre, todo lo que soy, y con todo el cariño recojo este premio al aragonés del año, creo que totalmente merecido, y observo que compartido por el resto de los aquí presentes.

Gracias por todo”

 
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