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En bicicleta por Georgia, el antiguo reino de Iberia

Entre los pasados días 2 y 13 de octubre, cinco ciclistas de la provincia - Germán Vidal, Jose Luis Zabala, José Ramón Castillo, Joaquín Armengol y Vicente Puyal - realizaron un recorrido en bicicleta por distintas regiones de Georgia, país caucásico ubicado entre el Mar Negro y el Caspio, denominado desde la antigüedad como Iberia.

Georgia logró su independencia en 1991 tras la desaparición de la URSS. En la última década ha intensificado sus intentos de progresivo acercamiento hacia la Unión Europea, especialmente tras los desgraciados sucesos acaecidos en 2008 en la llamada “guerra de los cinco días” en la que las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia fueron atacadas por las tropas georgianas, provocando la intervención rusa en el conflicto y la expulsión de las milicias georgianas de dichas regiones, que pasaron a ser reconocidas por Rusia como estados independientes, aunque administrativamente todavía pertenecen a Georgia, y así es reconocido por el resto de países del mundo.

La ruta se inició en la capital, Tiflis o Tbilisi, preciosa ciudad con una intensa actividad comercial y nocturna, y que cuenta con atractivos culturales merecedores de una estancia mayor que la que pudimos dedicar: fortaleza de Narikala, Museo Nacional, termas, catedral de la Santísima Trinidad, iglesia de Metheki al borde de un pequeño acantilado sobre el río Kurá río caudaloso que atraviesa todo Georgia procedente de Turquía y que les acompañó durante buena parte del viaje, etc.

Las primeras pedaladas tomaron rumbo sureste hacia la industrial urbe de Rustavi, penetrando en un gran corredor desértico, con el objetivo de llegar al monasterio ortodoxo David Gareja, ubicado en la mismísima frontera con Azerbaiyán, y que a lo largo de la historia ha provocado no pocas disputas sobre su propiedad, conflictos que pudimos imaginar al encontramos con una creciente presencia militar conforme nos acercábamos a la zona. Desgraciadamente, la llegada de la noche apresuró en la visita al complejo, pero se pudo hacer un recorrido rápido, admirar algunos de sus frescos e intuir la importancia que pudo tener ese lugar en el pasado.

Por suerte para los ciclistas, no tuvieron encuentros desagradables con serpientes. Según les advirtieron, todo ese territorio está plagado de ellas, y su mordedura es mortal en la mayoría de los casos, por lo que el insistente "be careful" con el que les despidió uno de los monjes del cercano monasterio de Natlismtsemeli creó algo de desasosiego durante el día.

En las jornadas posteriores se dirigieron a territorios con una fuerte tradición vitivinícola, a los que llegaron en plena actividad vendimiadora, conociendo en días sucesivos la turística ciudad de Sighnaghi, la ciudad de Telavi -capital de la región de Kajetia-, y terminando esta primera parte del viaje subiendo el puerto de montaña de Gombori, por la que para muchos es la carretera más bonita de Georgia. La cultura del vino forma parte de la historia de este país, de su tradición y de su cultura. Por algo a Georgia se le llega a reconocer como la cuna del vino y se han llegado a descubrir restos cerámicos de ánforas de vino de hasta 8.000 años de antigüedad.

Poco a poco, iban haciendo a la moneda, el lari (1 euro = 3´240 laris era el cambio habitual), a la buena gastronomía del país, así como a sus gentes. Con las lógicas excepciones, los georgianos son serios, algo esquivos en el trato, aparentemente muestran desconfianza y no son muy dados a mostrar grandes fórmulas de cortesía. Sin embargo, el paso de los días les mostrarían otra cara bien distinta.

Lo que sí fue del todo imposible es hacerse con el idioma georgiano, con un alfabeto de 33 letras totalmente distinto, en el que por ejemplo no hay diferencia entre mayúsculas y minúsculas. Por ello, tuvieron que defendernos con el inglés, que en las ciudades es más que suficiente para entenderse.

Tras esos primeros días, decidieron trasladarse a otra parte del país, por lo que necesitaron un porteo de varias horas en furgoneta, pasando por Gori, ciudad natal de Stalin, e iniciando de nuevo la ruta en bicicleta en Borjomi. Esta es una ciudad balneario que requiere invertir al menos una mañana en su visita, dar un paseo hasta sus piscinas termales por un precioso bosque o subir en funicular hasta un mirador sobre la ciudad. De allí, por una preciosa carretera y siempre con el río Kurá (también llamado Mtkvari) a nuestro lado, llegamos a Akhaltsikhe, quedando fuerzas para subir sin alforjas al sobrecogedor monasterio ortodoxo de Sapara.

Durante los viajes que han realizado en los últimos años por Francia, Cerdeña, Chipre, Marruecos o Rumanía, siempre hay un día especial, un día que deja huella, un día que por alguna razón sabes que recordarás durante mucho tiempo. “Esperábamos ese día ... y ese día llegó, con la visita a la asombrosa Vardzia. Se hace complicado transmitir en pocas líneas las sensaciones que nos produjo recorrer esta increíble ciudad medieval (s. XII), formada por un entresijo de cuevas y túneles excavadas en una ladera montañosa totalmente vertical, y en la que destaca su bellísimo monasterio, también horadado en la roca, así como un prominente campanario. Vardzia es un auténtico regalo para la vista y los sentidos, y es cuestión de tiempo que pase a formar parte de la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, junto al extraordinario castillo de Khertvisi que habíamos conocido unos kilómetros antes”.

Al día siguiente, y tras un puerto de montaña “que tuvimos que subir por una pista en bastante buen estado, nos plantamos en una gran meseta salpicada por pequeños y dispersos pueblos, y tras algún sprint forzado por la aparición de perros (andan a su libre albedrío por todo Georgia, incluida la capital) y una horrible carretera llena de baches, llegamos a Ninotsminda, en la que sin saberlo sería nuestra última etapa de bicicleta”.

Un percance a los pocos kilómetros del siguiente día, “cuando ya casi llegábamos al inmenso lago Paravani, daría al traste con nuestra intención de llegar en bicicleta hasta las mismas puertas de Tbilisi. Es aquí donde apareció esa otra cara de los georgianos: la de la solidaridad, la hospitalidad, la amabilidad, y sobre todo, las ganas por ayudar y ser útiles”.

Toda una población, Gamdzani, “volcada con nosotros, abriendo sus casas y prestando su ayuda para trasladar al miembro accidentado del grupo al centro hospitalario más cercano en Akhalkalaki, y después a todo el grupo a Tbilisi, no sin una adecuada compensación económica que creímos razonable pagar a nuestro benefactor”.

Finalmente, el desenlace fue positivo, y no pasó de un susto, aunque fue obligado terminar la aventura un día y medio antes, “tiempo que invertimos en conocer algo mejor la capital”.

En total, siete días de bicicleta con unos 500 kilómetros recorridos. “Volvemos con la única pena de no haber hecho alguna incursión en el Cáucaso, pero la limitación de días y el medio de transporte con el que realmente disfrutamos, la bicicleta, hacía casi imposible poder conocer una zona tan vasta y montañosa. Otra vez será”.

Luis Abadías

Luis Abadías

Director de SER Deportivos Huesca. Contando el deporte de Huesca desde 1992.

 

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