"Nunca dudamos en lanzarnos a luchar contra el coronavirus"
Marta y Lorien, dos jóvenes sanitarios, explican su experiencia tras combatir a la covid en primera línea desde el principio<br>


Ya antes de graduarse como enfermero, Lorién Sierra tuvo que enfrentarse de lleno al coronavirus. Con todas las prácticas suspensas y sin poder ayudar, su sensación era de frustración. Hasta que un día sonó su teléfono para ofrecerle un contrato en el Hospital de la Paz, en Madrid, en el foco de la pandemia. Llegó "cuando todo estaba peor", cuenta Sierra, "ya que todos los enfermeros de mi planta estaban de baja por la covid y éramos todos nuevos: estudiantes, recién graduados sin experiencia, gente que llevaba años jubilada... Aunque me quedo con lo positivo, que fue ver tanta evolución en tan poco tiempo", añade.
SIERRA 1 JÓVENES SANITARIOS 05 “Éramos todos jóvenes,
Un hospital sumido en el caos en el que a todos los nuevos únicamente se les enseñaba una cosa: a ponerse y quitarse el traje, los equipos de protección. "Teníamos la sensación de que estábamos en un hospital de campaña de guerra por el caos de no saber dónde estaba el material, no saber protocolos…". Aunque la exigencia de todo no era encontrarse con una técnica difícil, sino "lidiar emocionalmente con pacientes, de trabajar con el traje y hacerlo rápido porque tenías toda la planta llena", explica Sierra.
La impotencia ha sido un sentimiento muy presente en este proceso, como añade Lorién. Recuerda momentos en los que sabía que no podía hacer nada por su paciente. Únicamente, ejercer una labor de acompañamiento y dejar que muriera sin sufrimiento "porque no había UCIs, no había camas, no había respiradores para poder atenderles en mejores condiciones", explica el joven enfermero. También se queda con momentos muy positivos, de pacientes que valoraban cualquier gesto.
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Lorién ha vivido el peor momento de la pandemia, pero también su recta final. Terminó su contrato de un mes en Madrid, se graduó y hace diez días empezó en la planta de UCI del Hospital San Jorge. En estos momentos, en ese centro hospitalario se encuentra con un solo ingresado por la covid-19. Con su UCI liberada y estable, Lorién agradece pasar del caos a una cierta "paz", aunque no duda en que esta es su vocación y volvería a enfrentarse al coronavirus cuantas veces haga falta.


Lo mismo piensa Marta Martínez. Ella también se ha enfrentado al coronavirus y ha tenido que cuidar al colectivo más vulnerable a esta pandemia: a los mayores. Tras pasar dos años trabajando como enfermera en Barcelona, la llamaron en el centro de "La Abubilla" de Yéqueda, y todavía sigue allí. Un centro "de paso" para pacientes que no requieren hospitalización, mayores de 70 años, en los que ha visto entrar y salir a muchos. Unos para darles el alta, otros para decirles adiós para siempre, e inevitablemente "no puedes no cogerles cariño", explica Martínez.
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La historia de Lorién y Marta es el ejemplo de muchos jóvenes sanitarios cuyo primer contrato, aún siendo todavía estudiantes, ha sido enfrentarse en lo laboral y emocional al coronavirus. Una experiencia que nunca olvidarán, que les ha hecho ser más fuertes como personas y como profesionales de la salud y en la que, a pesar de la crudeza a la que se han enfrentado, "nunca dudamos en decir que sí".




