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TRADICIONES

Todo preparado para la bajada de las Fallas en la Ribagorza

Laspaúles, Suils, Villarrué, Montanuy, Sahún, San Juan de Plan, Bonansa, Castanesa, Noales y Aneto celebrarán las Fiestas del Fuego 

Restan pocos días para que llegue la entrada del verano gracias al solsticio de verano, que en muchas partes de Aragón se celebra con fuego, el de las hogueras, pero en el Pirineo el fuego desciende de las montañas gracias a las Fallas, una fiesta y tradición que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Esta fiesta que se celebra ya en más de 60 municipios de Aragón, Cataluña, Andorra y el Sur de Francia vuelve con toda la fuerza posible a los pueblos de Laspaúles, Suils, Villarrué, Montanuy, Sahún, San Juan de Plan, Bonansa, Castanesa, Noales y Aneto del 23 al 9 de julio.

Ya se conocen las fechas. En la Ribagorza, Laspaúles, Suils, Villarrué, Montanuy y Sahún –también San Juan de Plan, en Sobrarbe- lo harán la noche del 23; Bonansa, la del 25; Castanesa, la noche del 1 de julio; Noales, la del 2, para concluir el ciclo fallero ribagorzano la noche del 9 en Aneto.

Una fiesta que se remonta casi a la prehistoria y que han formado parte de la vida estos municipios con el fuego como eje y su significado.

Este año las altas temperaturas y lo seco que está el monte harán que se extremen las precauciones en la bajada de estas fallas que según municipios cambia de materiales, por ejemplo, en Sahún “son principalmente de madera de abedul, puesto que en nuestro municipio tenemos uno de los bosques de abedul más grandes de Europa”, apunta su alcalde, José Luis Peris.

Esta fiesta suele tener un mismo guión que arranca con la instalación de los faros, se trata de troncos de árboles que sirven como base de una hoguera que es la enciende las fallas que se van a utilizar en el descenso. Una vez prendidas se desciende hacia el municipio creando regueros o caminos de fuego que cada vez dibujan más mujeres y niños además de los hombres que participan como es tradicional.

Los más jóvenes hacen girar las fallas sobre sus cabezas para así purificarse con el fuego que es el punto de partida a una fiesta que sigue en la plaza al calor de una gran hoguera en la que no falta la comida en la cena de hermandad y la música y baile.