Más humildad y mesura

Asturias

Asturias no está, ni mucho menos, para tirar cohetes. Es desde hace años, demasiados, una comunidad autónoma a la baja, sin capacidad de reacción tras las dolorosas, pero a la vez inevitables reconversiones industriales. Se mire por donde se mire el Principado ha ido perdiendo peso en la economía española. Se ha ido empobreciendo año a año ante la incapacidad manifiesta de sus gobernantes para poner freno a la crisis.

Ante esta situación los políticos de la región, y fundamentalmente los que ostentan el poder, deberían mostrarse muy pero que muy prudentes, humildes incluso, a la hora de analizar la situación en la que se halla la comunidad, los motivos que la llevaron a estar donde está y, por último, evitar mostrar el mínimo optimismo a la hora de hablar del futuro. Han sido ya demasiadas las decepciones para seguir jugando con las ilusiones de los asturianos.

Los máximos responsables de lo que ha pasado y continúa pasando en el Principado son, por supuesto, los políticos socialistas: 35 años al frente del Gobierno autonómico por solo cinco los de la derecha. Pero también son culpables el resto de las fuerzas políticas (el PP ante todo) incapaces de montar algún tipo de alternativa creíble al PSOE, a pesar de su ineficacia.

El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha pedido hace solo unas horas a posibles inversores foráneos en Asturias que, textualmente, “no se dejen engañar por la colección de tópicos que presenta a esta región inmersa en una suerte de crisis permanente”. Vamos, que Barbón vuelve a los tiempos en los que el presidente Vicente Álvarez Areces calificaba de “leyenda urbana” la emigración masiva de jóvenes asturianos a otras regiones y países. Se pongan como se pongan los dirigentes socialistas, antes y ahora, la crisis y la emigración juvenil existen.