El Sporting se estrella contra un muro
Los rojiblancos, pletóricos de intensidad pero carentes de puntería, no pudieron pasar del empate a cero ante el Burgos

Queipo observa cómo el portero del Burgos Caro evita el gol del Sporting. / LaLiga

Gijón
No todos los días va a ser fiesta en El Molinón. O, por lo menos, fiesta completa. Nadie dice que empatar en casa contra el Burgos sea un drama, pero sí resultó algo frustrante por el ambiente generado, por las ganas de ver al equipo arriba y por el desarrollo del partido. Los rojiblancos siguen sin conocer la derrota en las tres primeras jornadas y, por primera vez, han dejado su puerta a cero. Pero la fogosidad y el ímpetu mostrados por el Sporting no fueron suficientes para derribar el muro del equipo de Julián Calero, que ha construido un bloque que si se hubiera encargado de la defensa de Gamonal en 1808 hubiera evitado el paso de las tropas de Napoleón. Los dieciocho remates de los rojiblancos no sirvieron para marcar un gol que les diera la segunda victoria consecutiva en casa.
Dieciocho tiros son muchos, aunque frente a ese aparece otro dato revelador: de ellos solo dos fueron entre los tres palos. La efectividad, esa que siete días antes fue casi absoluta, le falló por completo al Sporting el día en el que se superó el número de espectadores de la semana anterior (20.552) y en el que sí se escuchó (y resultó emocionante) el himno en las prodigiosas voces del Coro Joven de Gijón y el día en el que el presidente de La Liga MX (el Tebas azteca) comprobó desde el palco que en Gijón se vive el fútbol intensamente.
Al Sporting le sobraron ganas y le faltó puntería. Ese 2/18 en remates a puerta supone un dato muy pobre para tanto control, tanto dominio, tanta llegada... Pudo compensarse si uno de ellos, el de Pedro Díaz en el minuto 84, se hubiera convertido en un golazo de bandera, pero el portero Caro se cruzó en su camino y frustró las aspiraciones de los rojiblancos. Para colmo, el VAR desconcertó a la afición con el penalti rectificado y Ais Reig acabó de desesperar a la grada con sus constantes interrupciones y el escaso tiempo añadido.
El partido fue radicalmente distinto al disputado siete días antes en el mismo escenario y aunque el once inicial rojiblanco fuera exactamente igual. Tal y como auguró Abelardo, ante el Burgos el Sporting ofreció una versión mucho más dominadora, dándole la vuelta al dato de posesión de la cita anterior (65%-35%).
No juega el Sporting (al menos en estos primeros partidos) un fútbol especialmente virtuoso ni parece que lo pretenda. Apuesta por la verticalidad y la intensidad, con mucho fútbol por bandas. Ahí brillan especialmente Juan Otero y el sorprendente y descarado Queipo, que este sábado volvió a ser de los destacados.
Sufrió un poco más en el partido Cote, sobre todo en la primera mitad, cuando en un par de ocasiones le ganaron la espalda, generando el escaso peligro que creó el Burgos. El resto eran constantes e infructuosos ataques del Sporting: un tempranero cabezazo de Zarfino, un remate forzado de Djuka, un tiro de Queipo, un misil de Otero que Caro desvió a córner, una falta de Djuka que encontró un hueco en la barrera y se fue fuera por poco... Y en medio de todo eso, la jugada polémica de la tarde: un derribo en el área sobre el voluntarioso Cristo González que Ais Reig consideró penalti pero Ocón Arraiz desde el VAR no. Los colegiados tienen la indicación esta temporada de apuntar por línea interna a sus compañeros este tipo de acciones si consideran que el contacto no es suficiente. Mala suerte para el Sporting y mucho enfado en El Molinón.
Aunque intentó mantener la dinámica en la segunda mitad, el equipo gijonés redujo su nivel de acoso tras el descanso, aunque tuvo alguna ocasión: un saque de banda de Guille Rosas que peinó Izquierdoz y que en el segundo palo se le quedó ligeramente atrás a Zarfino y ligeramente adelantada a Djuka o una acción en la que Elgezabal torpedeó las intenciones del serbio en boca de gol.
Abelardo hizo un triple cambio para revolucionar el partido. Aitor García y Campuzano apenas aportaron algo más que intensidad y barullo; el más destacado fue Pedro Díaz, que tuvo en sus botas el gol de la victoria con un disparo marca de la casa al que respondió muy bien el portero del Burgos.
El Sporting acusó el esfuerzo en los últimos minutos y se llevó un par de sustos al final, con ocasiones de Grego y Artola poco antes del pitido final. La parte buena es que el equipo sigue sin perder y que, por primera vez esta temporada, mantuvo la puerta a cero. La mala, que la tarde pedía una victoria más, que se acabó escapando.

David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...




