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El Sporting pierde la chispa

Segunda derrota consecutiva (1-0) del equipo gijonés, al que en Zaragoza se le volvieron a ver las costuras en todas las facetas del juego

Cali Izquierdoz y Cristo González se lamentan durante el Zaragoza-Sporting. / LaLiga

Cali Izquierdoz y Cristo González se lamentan durante el Zaragoza-Sporting.

Como un bote de refresco abierto sin ganas, el Sporting ha perdido toda la efervescencia. Esa que disparó una ilusión que ahora, a tenor de lo sucedido en los dos últimos partidos, se ve infundada, pero la misma que le permitió iniciar a buen nivel la temporada. Porque el Sporting de las cuatro primeras jornadas era un equipo más eficiente que lustroso, eso hay que admitirlo. Pero competía mucho mejor de lo que lo hizo frente al Racing y, desde luego, este sábado en La Romareda. Dos derrotas consecutivas que desnudan al equipo, mostrando sus carencias en todas las facetas del juego: en defensa, en ataque, en construcción y en ideas. Es pronto para definir los objetivos de un equipo remodelado casi por completo y, obviamente, el margen de mejora es amplio, pero es innegable que la imagen (más que los resultados) de los dos últimos partidos apagan la ilusión y encienden las dudas. Y si sirve como referencia, también para ponderar lo conseguido en su día, este Sporting ya ha perdido en seis jornadas los mismos partidos (dos) que aquel inolvidable equipo de 'Los Guajes'.

Más que la derrota en sí misma, mosquea el 'cómo'. Cuando en un equipo falla todo, hay motivos para, al menos, darle una pensada. El Sporting volvió a ser endeble en defensa, reservado en el planteamiento inicial, espeso en la elaboración y casi nulo en ataque.

La baja de Cote condicionó (y tanto, no podía ser de otra forma). Entre Pol Valentín y Diego Sánchez, Abelardo apostó por el canterano, recambio natural pero obviamente inexperto. Esta decisión posiblemente precipitó otra, entendible pero controvertida: el sacrificio de Queipo para dar entrada a un jugador mas veterano como Aitor García en la banda izquierda. No salió bien, especialmente en la primera mitad: el Zaragoza volcó todo su ataque durante la primera mitad por ese costado y Diego se vio desbordado, con escasísima ayuda de Aitor, también desaparecido en ataque.

El Sporting salió contemporizador, pero en exceso. En los primeros diez minutos, el Zaragoza ya había estrellado un balón en el larguero y había probado a Mariño. Jugaban a placer los maños, contra una defensa rojiblanca temblorosa y que jugaba al límite. Los dos centrales se jugaron la expulsión: Insua con una entrada arriesgada e Izquierdoz levantando la pierna en exceso y golpeando en la cabeza a un futbolista rival. El colegiado, esta vez, bajó el listón. Tampoco Guille Rosas daba muestras de seguridad en el lateral derecho.

Apareció mucho menos de lo que debía el centro del campo rojiblanco; más bien nada en el primer tiempo. A Pedro Díaz y José Gragera, grandes proyectos de futbolista, hay que exigirles mucho más. Tampoco Zarfino, en tierra de nadie, conectaba con la delantera. Otero se quedaba en algún intento aislado. Y Djuka apenas apareció en el partido, salvo para desperdiciar una clara ocasión de gol. En definitiva, el equipo hacía aguas por todas partes. En la primera mitad solo tuvo un acercamiento: un centro de Aitor tras robo de Pedro y apertura de Djuka al que no llegó Zarfino por poco y sí, pero apurado, el serbo-montenegrino en el segundo palo.

El dominio del Zaragoza tuvo premio a los cinco minutos de la reanudación. Mollejo aprovechó un balón largo, la posición más retrasada de Insua (que rompía el posible fuera de juego) y la vacilación de Diego Mariño en la salida para plantarse delante del guardameta y definir a la perfección.

Con más corazón que cabeza trató de empatar el partido el Sporting, sin éxito y sin apenas ocasiones claras, salvo un remate de cabeza de Gragera a una falta botada por Pedro Díaz. Aparecieron más ambos centrocampistas en la segunda parte (menos era casi imposible), igual que Diego Sánchez en la izquierda, animándose a colgar balones. La paradoja fue que tanto él y los demás dejaron de hacerlo (colgar balones) precisamente cuando entró al campo un supuesto rematador como Milo, que había sustituido Djuka minutos después de que este enviara más cerca del banderín de córner que de la portería un mano a mano con el portero del Zaragoza. Esa y una llegada a trompicones de Aitor García, que acabó cayendo solo en el área, fueron los únicos acercamientos rojiblancos.

Los cambios no aportaron mucho. Cristo González le pone muchas ganas pero no acaba nada de lo que empieza, Milo sigue siendo un desconocido para la afición del Sporting, Bamba debutó y sí mostró algo de contundencia atrás y Queipo tuvo algún escarceo sin mucho éxito.

El partido acabó con Mariño salvando con el pie el segundo gol del Zaragoza, en un disparo de Larrazábal. Como ante el Racing, la goleada pudo ser mayor de no haber sido por el portero, al que tampoco se le puede salvar de la quema por su falta de decisión para salir en el gol del Zaragoza, aunque fuera para intimidar a Mollejo.

Se puede perder o ganar y va quedando claro que este Sporting no arrasará en la categoría, pero o mejora mucho la imagen de las dos últimas jornadas y recupera algo de chispa o se complicará demasiado la vida. Abelardo tiene labor y responsabilidad. El equipo necesita un agite para volver a tener gas.

David González

David González

Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...

 

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