Sociedad | Actualidad

Los ganaderos alertan de que la convivencia con los "nuevos colonizadores" amenaza la vida tradicional en el campo

El sindicato URA pide cambios legales para suprimir exigencias ridículas y amparar a los pobladores rurales frente al desembarco de turistas y nuevos vecinos

Los mugidos de las vacas o el ruido de las ordeñadoras mecánicas han sido motivo de conflicto en algunos pueblos de Asturias.

Oviedo

El sindicato agrario Unión Rural Asturiana (URA) ha llevado a cabo este viernes una protesta ante la Presidencia del Principado en Oviedo, con la que piden la modificación de la ley medioambiental de Asturias para evitar casos como el de Suarías, en Peñamellera Baja, donde un ganadero está en riesgo de perder su ganadería por denuncias vecinales que los ganaderos consideran que atentan contra los modos de vida tradicionales. Ellos cuentan que igual que en Suarías, "el noventa por ciento de las cuadras son heredades de padres a hijos, y no es de recibo que porque a una señora de Madrid le moleste se cierre una cuadra. Para el ganadero es un drama", afirman con indignación.

No es un caso único. La difícil convivencia entre la ganadería de siempre y la presencia de nuevas actividades o nuevos vecinos se evidencia en el testimonio de otros ganaderos de distintos puntos de Asturias. Esta el caso de un mierense de Cenera, en Mieres, en guerra con un vecino al que le molestan sus gallinas: "A él le molestan las pitas, pero él sin embargo tiene un perro que anda todo el día suelto por el pueblo y ya mordió a gente. Y luego nos denuncian a nosotros porque las vacas cagan en las caleyas como toda la vida. Las vacas no llevan dodotis", proclama indignado. Otro problema es el de la escasa consideración de algunos conductores que como contaba otro ganadero "no tienen otra manía que aparcar justo al lado de los abrevaderos, que están para que beba el ganado. Si no aparcas a dos metros de los bebederos, el ganado que vaya a beber te rayará el coche o te romperá los espejos retrovisores".

Consideran que deben ser modificadas exigencias legales que consideran ridículas y que amenazan la supervivencia de las actividades tradicionales del campo. Piden, por ejemplo, que no se permita construir viviendas nuevas en el entorno de cuadras previamente existentes, o que no se penalicen olores o ruidos propios de la actividad agraria o ganadera.

 
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