Fallece el poeta gijonés David González

Gijón

"David fue una figura muy importante en la cultura de Gijón. Él supo jugar con esas fuentes literarias como Raymond Carver, Arthur Rimbaud o Charles Bukowski y hacerlo muy bien, no como un simple imitador, sino que supo contextualizar todo ello a su propio mundo y a su propio espacio. Era algo que trascendía el papel, era su forma de vida, que era toda creación. Incluso su final, testimoniado en Instagram a través de videos" supuso un acto creativo. Así ha recordado en SER Gijón Jaime Priede, director de POEX, el Festival de Poesía de Gijón y responsable de la Feria del libro al autor David González, que fallecía esta madrugada a causa de un cáncer.

González (San Andrés de los Tacones, 1964) creció en Gijón, en el barrio de Cimavilla y muy joven descubrió la poesía, una vocación que llegaría en un lugar inesperado: la cárcel, donde el autor ingresaría con 19 años condenado por participar en un robo a mano armada de una sucursal bancaria. Allí comenzó a escribir, algo que mantendría toda su vida y a lo que sumaría otras labores como la dirección de la colección de poesía Zigurat, del Ateneo Obrero de Gijón o su participación en el documental 'Vocación de perdedor' sobre su vida y obra.

En lo personal también "fue auténtico, muy honesto", ha reseñado Priede. El director del POEX ha recordado que su carácter y forma de vida, "ese pulso creativo" le valió "mucha empatía", pero también "el distanciamiento de muchas personas". Su vida, como su obra, siempre se situó en los márgenes de lo supuestamente correcto y estándar. Transitó por las drogas, las fiestas y apostó por vivir de su arte. Su decisión se plasmó en más de una veintena de poemarios y la inclusión de muchos de sus poemas en más de cien antologías.

Una primera autoedición en 1993, titulada 'Ojo de buey, cuchillo y tijera', abrió el camino a una producción extensa que cerraría poco antes de su fallecimiento con 'La canción de la luciérnaga'. Su obra siempre fue celebrada por la critica que enmarcó dentro del realismo sucio, el malditismo y la poesía de la consciencia.