Un Sporting sin piedad da un paso casi definitivo hacia la tranquilidad

Gijón

Ya solo una hecatombe pondría en peligro al Sporting. Sin contemplaciones ni medias tintas, el equipo gijonés hizo lo que tenía que hacer: ganarle al Lugo y dejar así la temporada prácticamente finiquitada. El Sporting salió de El Molinón consciente de que el trabajo ya prácticamente está hecho, hicieran lo que hicieran inmediatamente después en La Rosaleda Málaga y Huesca. La permanencia en ningún caso sería matemática pero cumplió el equipo de Ramírez con su obligación de ganarle a un rival descendido ante casi 20.000 espectadores (¡qué menos!) y el asunto está muy bien encarrilado.

El Sporting sacó por fin la artillería y no dejó lugar a la duda. Tuvo la puntería que le faltó durante casi toda la temporada y, sin alaracas en cuanto a su fútbol, hizo leña del árbol caído, pudiendo lograr incluso una goleada mayor. Nada de protocolos de buena vecindad, que no se demuestra en gestos absurdos y extemporáneos. El Lugo fue, una vez más, una bendición para el futuro del Sporting.

Salió el Sporting con más delanteros que casi nunca, aunque hay situaciones que siguen chirriando, como la presencia de Cristo González como volante, una posición en la que solo el entrenador parece verle. Esa fue la apuesta para sustituir al sancionado Varane, y no Marsà (que volvió al equipo, pero a la defensa, relevando a Cali Izquierdoz) ni Rivera ni Carrillo. La otra novedad en el once fue la entrada de Campuzano por Jeraldino.

Curiosamente, no fue ninguno de los delanteros los que permitieron que el Sporting llegara ya tranquilo al descanso. Fueron dos golazos, por la misma esquina de la portería del Fondo Sur, de Pedro Díaz y Guille Rosas; el primero marcó aprovechando el rechace de un saque de esquina y el segundo tras una gran jugada individual, recibiendo cerca de la línea de banda, zafándose brillantemente del lateral del Lugo y sorprendiendo con un gran disparo con la zurda con tres rivales a su alrededor.

El segundo de los goles disipó las dudas que se habían instalado en la grada a pesar de la ventaja en el marcador. No le gustaba a El Molinón la parsimonia y el aparentemente conformismo con los que afrontaba el equipo la situación y los pitos iban creciendo. Asustó el Lugo en un centro de Moyano que se envenenó al tocar en Insua y a punto estuvo de colarse en la portería de Cuéllar. La acción individual de Rosas serenó los ánimos.

Pedro Díaz pudo anotar el tercero antes del descanso pero le pilló por sorpresa el centro que le llegó desde la banda. Y de nuevo Sebas Moyano (el único jugador del Lugo que generó algo en ataque) tuvo la oportunidad de marcar tras irse a trompicones de la defensa, aunque acabó estrellando su chut en el lateral de la red.

Si el partido ya parecía resuelto, más aún lo estuvo cuando llegó el tercer gol nada más comenzar la segunda parte. Otero acabaría marcando tras un saque de esquina que Cali prolongó hacia el segundo palo, Bruno no acertó a rematar pero que sí lograría empujar el colombiano.

El Sporting volvió a dejarse llevar ligeramente en el tramo final del partido, y aunque perdonaron el cuarto Otero (tras una gran jugada) e Izquierdoz, esto permitió al Lugo meterse mínimamente en el partido con el gol desde fuera del área de uno de los muchos exjugadores del Sporting en el cuadro gallego: Xavi Torres.

Hubo tiempo en el tramo final para el retorno de Djuka, que volvió a sentir el cariño de El Molinón.

Con el triunfo, contundente y merecido pero sin alaracas, el Sporting subió inmediatamente cuatro puestos en la clasificación y trasladó toda la presión al Málaga, al Huesca y al Villarreal B. Los rojiblancos hicieron lo que tenían que hacer. Falta concretar la permanencia matemática (a ser posible el domingo en Villarreal) y conseguir lo que parece imposible: ganar por fin un derbi en El Molinón.