Queipo, a la heroica, arregla la semana del Sporting
Épica victoria rojiblanca ante el Burgos (2-1), que maquilla la honda preocupación del sportinguismo y da ánimos de cara al derbi

Esteban Lozano, Róber Pier y Queipo celebran el gol de este último, que le dio la victoria al Sporting sobre el Burgos. / LaLiga

Gijón
No todos los partidos son iguales. Y no todas las victorias valen lo mismo, aunque por todas se sumen tres puntos. Y esto, que se puede aplicar al derbi de la semana que viene, sirve también para definir el épico y trascendental triunfo del Sporting ante el Burgos, sufrido hasta el último minuto del añadido, que sirvió para arreglar sobre el césped el desaguisado organizado por el club en una semana nefasta, con el mal remate del mercado de fichajes. Ante la adversidad, el equipo se creció y espoleado por una afición que, aunque llegó al estadio con la mosca detrás de la oreja, aplaudió el esfuerzo de los jugadores y celebró como si de algo más se tratara una victoria fundamental.
Sintiéndose nuevamente víctimas de promesas incumplidas, la afición del Sporting llegó a El Molinón mosqueada con la dirigencia pero volcada en apoyar al equipo, cuyas limitaciones no se le escapan a nadie pero al que, en tardes como esta, poco se les puede reprochar en cuanto al esfuerzo.
El ambiente se podía torcer si el partido se complicaba. El buen inicio del equipo, avasallador como viene siendo costumbre esta temporada, aplacó los ánimos e incentivó la comunión entre jugadores y grada. En menos de dos minutos, el Sporting ya había botado tres saques de esquina, uno de ellos peligroso, con el remate desviado de Insua. El equipo local dominaba, aunque en su única llegada el Burgos provocó un buen susto: afortunadamente Yáñez estuvo rápido y se anticipó a Fer Niño, que de haber alcanzado el balón hubiera disfrutado de una gran ocasión de gol.
Pero el Sporting puso las cosas en su sitio precisamente a través de un córner, servido por ese guante que tiene Cote en el pie izquierdo. Juan Otero logró un gran gol, con un remate de cabeza impecable. González Francés vio una falta sobre Matos al zafarse el colombiano de la marca, pero el VAR le rectificó: el tanto era legal. A los veinte minutos el Sporting ya navegaba a favor de corriente. En el campo, en el banquillo, en la grada y en el palco respiraban. Parecía que la tarde sería hasta tranquila. Nada más lejos de la realidad.
No hubo muchas ocasiones más de gol en la primera mitad, aunque sí un acercamiento muy peligroso por parte del Sporting: una gran jugada de Gaspar cuyo centro se paseó por delante de la línea de gol, entre una marabunta de piernas. Poco más bagaje ofensivo del Sporting, más allá de un par de disparos lejanos de Gaspar y Pascanu. Nada que temer en la portería de Yáñez. El partido estaba controlado.
Pero todo es susceptible de complicarse. Y así fue. No había generado el Burgos ni media ocasión de gol, pero en una acción de pizarra, después de un saque de esquina tocado en el primer palo, Curro logró el empate con un remate acrobático. Un tanto meritorio, que pilló por sorpresa al dispositivo defensivo del Sporting. Aparecía el sol en El Molinón, pero en lo futbolístico la tarde empezaba a nublarse.
No sería porque el Sporting no lo intentara. Todas las ocasiones eran rojiblancas y casi todas llevaban, de alguna forma, el sello de Nacho Méndez. El de Luanco estrelló un zurdazo tremendo en el larguero y, posteriormente, le filtró dos pases a Djuka que el serbo-montenegrino (en una tarde para olvidar), desperdició. También Varane, que probó desde lejos.
Ramírez fue tirando de banquillo pero, obviamente, ni de Jeraldino ni de Carrillo. Quitó a Djuka, discutido por El Molinón, para acabar el partido con el mexicano Esteban Lozano como delantero junto a Otero. Volvió Queipo, entró Villalba (otra vez partiendo desde la banda). Pero no había manera. Y cuando ya todo el mundo empezaba a dar por bueno (aunque era malo) el empate, apareció Dani Queipo, en el día de su reaparición, para lograr un gol que desató la fiesta en El Molinón. Su zurdazo golpeó en la espalda de un defensa visitante y convirtió el estadio en un maremágnum de abrazos, gritos y júbilo, salvo en la esquina donde los animosos seguidores del Burgos se quedan con un palmo de narices.
Gracias al equipo y a pesar de los errores del club, el sportinguismo pasó en menos de 24 horas de la preocupación y la decepción al júbilo. Y aunque la victoria viene que ni caída del cielo, no tapa los errores cometidos y las carencias que no se han sabido compensar. Ante esa mala gestión, compromiso en el césped. ¿Podrán también contra los elementos en el derbi?

David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...




