La ambición del Sporting en Huesca tuvo premio

El que la sigue, la consigue. Cuando algo se busca, es más fácil encontrarlo. Y el Sporting, en un giro de 180 grados, salió en El Alcoraz a buscar la victoria. Y la encontró, lo cual es noticia: es la primera a domicilio ya no solo de la temporada, sino desde hace casi seis meses. No llegó por casualidad: llegó porque el Sporting se soltó, dio ese paso adelante del que tanto se hablaba y aplicó fuera de casa una fórmula similar a la que le estaba funcionando en casa, donde la estadística es impecable hasta la fecha. Tres puntos merecidísimos y más sufridos de lo debido, porque el Sporting generó suficiente peligro como para ganar con un poco más de tranquilidad. Finalmente el gol de Nacho Méndez (con la inestimable colaboración involuntaria de un rival) fue suficiente para acabar con la mala racha foránea y subirse al autobús para el largo viaje de regreso metido en puesto de playoff (sexto).

Fue un Sporting diferente, en el fondo y en la forma. En la actitud y en las caras. Miguel Ángel Ramírez hizo varios cambios, que no generan mucho debate por estar a las puertas de una vorágine de partidos en una semana. A la ausencia de Rober Pier y la entrada de Cali Izquierdoz se sumaron otras decisiones más sorprendentes (a medias) como la suplencia de Djuka para dar espacio a Campuzano, el regreso al once de Hassan y Gaspar o la primera titularidad de Roque Mesa, que aunque aún no está al cien por cien ya da muestras de su nivel, calidad y jerarquía. El cambio radical ordenado por Ramírez fue exitoso. Desencadenó a su equipo, lo mandó al ataque y la ambición tuvo premio.

El Sporting, como acostumbra en El Molinón, salió a por el partido desde el primer momento. Fue un equipo vertical, atrevido, poco o nada contemporizador. No perdió la solidez defensiva habitual, pero dio un paso adelante en ataque. Atrás solo se llevó un susto importante, en un error garrafal de Rubén Yáñez, al que se le escurrió incomprensiblemente un balón que Insua tuvo que arreglar casi bajo palos para evitar el gol de Obeng. Fue el lunar de un partido impecable, por lo demás, del guardameta rojiblanco.

El otro portero, el del Huesca, también fue protagonista del partido, con varias intervenciones de mérito que evitaron que el gol del Sporting llegara primero. Solo en la primera mitad el Sporting ya había protagonizado más disparos a puerta que en todos los viajes anteriores. Campuzano o Insua habían hecho trabajar a Álvaro Fernández, que nada pudo hacer en el tanto de Nacho Méndez, nada más comenzar la segunda mitad, tras recibir un buen pase atrás de Hassan.

Mereció el Sporting ganar con más holgura, pero no pudo principalmente porque Gaspar Campos (que había protagonizado una primera mitad muy destacada) falló increíblemente, con toda la portería para él, la sentencia. Hassan había conducido el contrataque y fue el primero en lamentarse de que su pase para empujarla no lo aprovechara su compañero.

Al final fue suficiente el tanto de Nacho Méndez, justo un año después de aquella grave lesión de Tenerife, que ya ha quedado definitivamente aparcada. Con él se acabaron la sequía goleadora y la de victorias a domicilio. Fue, justamente, el día que el Sporting más hizo disfrutar a su afición, en el que no aburrió sino todo lo contrario. Todo a pedir de boca.