Un triunfo para Xuacu
El Sporting gana 2-0 al Córdoba en un partido marcado por el homenaje permanente al mítico capitán rojiblanco
Gijón
El Sporting no podía perder ante el Córdoba. De ninguna de las maneras. Porque había que romper la pequeña mala racha (si se puede llamar así a una derrota y un empate), porque había que recuperar el fortín de El Molinón, porque enfrente tenía a un rival que ya tenemos claro por qué es el peor visitante de la categoría, porque había que seguir en playoff (ahora el equipo gijonés es cuarto) pero, por encima de todo eso, porque Joaquín Alonso, el mítico capitán, el hombre que más veces ha vestido la rojiblanca, merecía esta alegría en el momento en el que se recupera de un problema de salud. El partido pudo ser mejor, pero el triunfo tuvo nombre propio: un regalo para Xuacu, al que se echó de menos en El Molinón.
No fue un partido brillante, pero hay que reconocer que el Sporting pudo conseguir una goleada de escándalo frente a un rival flojísimo. En pocos partidos se anularán tres goles a un equipo por otros tantos fuera de juego (todos ellos correctos) si el que tira la línea no es el Barça de Hansi Flick. Le sucedió sin embargo al Sporting, que vio cómo los tantos de Olaetxea, Campuzano y Dubasin no subían al marcador. Fue suficiente con el de Juan Otero, de penalti, en la primera parte y el de El Pingüino (el quinto de la temporada, que se dice pronto) al final. En la foto de ambas celebraciones, una imagen icónica: la de la camiseta clásica del Sporting con el 8 de Joaquín Alonso.
Fue un partido bastante espeso, complicado de digerir por fases. El horario condicionaba también el ambiente, algo mermado con respecto a partidos anteriores. El Sporting lo dominó casi permanentemente, pero se pasó muchos minutos sin convertir ese control en ocasiones. Quizás pesaba la necesidad, esa obligación que sentía el Sporting por ganar, por tantos motivos. Fue innecesario sufrir tanto ante un rival tan flojo, conscientes de que la victoria no se podía escapar de ninguna forma, como se sabía a priori y se comprobó durante el partido, ante los pocos argumentos de un Córdoba que en defensa era una calamidad y en el resto del campo poco más.
Sin ocasiones muy claras y sin la misma intensidad de otros partidos, pero el Sporting sí salió al campo dominador. No generaba ocasiones (si acaso un disparo de Dubasin demasiado flojo y un centro de Queipo al que no pudo llegar bien Otero en el segundo palo), pero sí unas cuantas llegadas. Pero con el Sporting volcado al ataque pero sin concretar, el Córdoba pegó un par de zarpazos que pudieron costar un susto. Primero fue con un balón largo para Casar, que Yáñez no pudo blocar en primer instancia, teniendo que esmerarse el portero para sacar con el pie el balón muerto al que llegaba de nuevo el delantero del Córdoba. Un grave fallo defensivo del Sporting, que no supo corregir Róber Pier, casi le cuesta un serio disgusto al equipo gijonés, pero Casas molestó a su compañero Carracedo, que increíblemente disparó fuera.
Entre medias marcó el Sporting, con el cada día más completo Olaetxea finalizando una buena jugada colectiva disparando entre las piernas del portero visitante, pero la jugada se anuló por un evidente fuera de juego. Sería el primero de un recital.
Tuvo que aparecer Dubasin para desatascar el partido. El Pingüino, que siempre aporta, recibió una patada por detrás y Juan Otero, de penalti, adelantó al Sporting en el minuto 44. Marín adivinó las intenciones del colombiano y llegó a tocar el balón, pero no pudo impedir el importantísimo gol en un momento clave. Desde el banquillo apareció la camiseta de Joaquín, que se llevó la ovación de todo El Molinón menos del desafortunadísimo Iván Ania, que se ganó una merecida amarilla por protestar de forma reiterada e incomprensible la pérdida de un tiempo que el árbitro luego recuperó. Una reacción que debería sonrojarle cuando vea las imágenes.
El partido siguió espeso. El Sporting no acababa de zanjarlo y, aunque el Córdoba demostrara muy poco, el equipo gijonés jugaba con fuego. Tuvo dos ocasiones claras para sentenciar pero los goles de Campuzano y Dubasin fueron anulados por claros fueras de juego. Hasta que, por fin, Dubasin apareció para aprovechar un rechace tras un disparo precisamente de Campuzano. El trabajo estaba hecho: tres puntos para seguir arriba, para volver a disfrutar en El Molinón y, sobre todo, para Joaquín.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...