El Sporting maquilla la despedida más convulsa

Gijón

No vale para mucho, pero sí para evitar males mayores. La apurada victoria (3-2) con el Cartagena y el homenaje a Cote dulcificaron una tarde muy desagradable, en la que el Sporting se despidió de El Molinón tras una temporada infame entre una contundente contestación social a la gestión del Grupo Orlegi y en la que la grada eligió también sus objetivos en la plantilla, sentenciando a Róber Pier y a Nacho Méndez. Al primero, de hecho, lo sustituyó Garitano al descanso, porque cada balón que tocaba encendía los ánimos de la afición. El luanquín, elegido como ojito derecho por todos y cada uno de los entrenadores que pasan por el banquillo (Garitano incluido) sigue sufriendo las iras de la grada por discrepancias futbolísticas pero también por su exceso de sinceridad (seguramente extemporáneo) al afirmar que le generaba dudas seguir en el Sporting. Aunque siendo sinceros y visto lo visto, ¿quién no las tendría?

Mientras en media España vibraban con sus equipos jugándose la opción de ascender, el sportinguismo aprovechaba el domingo para liberar su hartazgo y de su preocupación. Cada cual lo hizo a su manera: unos no accediendo hasta el minuto doce, otros protestando durante el partido y de forma prácticamente unánime girándose al palco con el pitido final. Han pasado décadas desde 1992, pero solo cambian las caras y los apellidos; los cánticos siguen siendo los mismos.

El partido, como cabía esperar, fue parecido a una pachanga veraniega. El gol inicial de Luna para el Cartagena (en otra demostración de la falta de contundencia de una defensa que necesita una revolución total, en esta ocasión de Diego Sánchez) acabó de crispar los ánimos. Se esperaba un gran abucheo al descanso, pero el gol de Gelabert en el último minuto del añadido suavizó las cosas.

Con otro zarpazo de Gaspar (que botó dentro después de estrellarse en el larguero, convirtiéndose en un gol de bella factura) y uno bastante más mundano de Nacho Martín, que engañó al portero del Cartagena tras un bote traicionero, el Sporting aseguró una victoria que todavía tuvo chicha, porque Nacho marcó el 3-2 en el 84. Cuando en el minuto 95 Álex Millán perdonó ante Rubén Yáñez el empate muchos sportinguistas pensaron que acabar sin ganar ni siquiera este partido de solteros contra casados hubiera sido la guinda más acorde a esta temporada para olvidar.

También sirvió para atemperar los ánimos la salida de Cote del terreno de juego, antes de un emotivo acto de homenaje al que se quedaron casi todos los asistentes y que al menos permitió a los 18.000 asistentes marcharse con media sonrisa y una lágrima de emoción, pero también con la indignación por lo vivido, la preocupación por lo que se encontrarán cuando vuelvan a El Molinón a finales de agosto, con los que han diseñado esta temporada trabajando en la siguiente y, además, con menos recursos. Y ya tampoco estará Cote.