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El Sporting más rácano dinamita el 'efecto Jiménez'

Pésima imagen de los rojiblancos en Mendizorroza, dejándose remontar por el Mirandés, el peor local de categoría (2-1)

César Gelabert hace un gesto durante el Mirandés - Sporting. / LaLiga

César Gelabert hace un gesto durante el Mirandés - Sporting.

Gijón

El Sporting vuelve a las andadas. Tras una meritoria remontada, el equipo gijonés empieza a demostrar que sus enormes limitaciones pueden más que el 'efecto Jiménez'. En Mendizorroza volvieron a aparecer todos los fantasmas del final de la 'era Garitano': falta de competitividad, nivel defensivo lamentable, recursos limitadísimos en una plantilla que va con lo justo, la irresponsabilidad de no haber fichado delanteros de un nivel mínimo, y una tendencia casi atávica al conformismo y a la racanería que le acabó saliendo cara. Si es grave perder contra el peor local de la categoría, un Mirandés que solo había conseguido un punto en el destierro a Vitoria, la imagen del Sporting fue aún peor, dejándose remontar y con nula capacidad de reacción, ni desde el banquillo ni en el campo. Un partido, más que para olvidar, para preocuparse y para confirmar carencias que se conocen desde la primera jornada, aunque en alguna fase se hayan tapado.

Un gol en el minuto 88, en otra de las muchas catástrofes defensivas de este Sporting, culminaba la remontada del Mirandés, que les sacó los colores a los rojiblancos. Y eso que el partido se había puesto de cara en una primera parte que había sido un ejercicio de pragmatismo supremo.

Dos paradones de Yáñez y un ejercicio de pillería de Dubasin, perfectamente aprovechado. En eso y solo en eso se resumió la primera parte del Sporting en Mendizorroza. Yáñez sostuvo al equipo con dos grandes intervenciones y Dubasin, en un zarpazo, lo puso por delante en el marcador. Un penalti muy polémico, muy riguroso, que El Pingüino se sacó de la chistera y transformó inapelable. Nada más que llevarse a la boca de los primeros 45 minutos, pero suficiente. Si acaso, una buena jugada que acabó en un centro de Diego Sánchez que el propio Dubasin mandó por encima de la portería. Pero muy poco más.

A Borja Jiménez le pesó, esta vez, su tendencia al conservadurismo. Volvió a apostar por defender lo conseguido acumulando defensas y mediocentros, retirando al descanso a Oscar Cortés (que no había tomado la decisión correcta en prácticamente ninguna de sus intervenciones del primer tiempo, justificando una vez más su ostracismo) para dar entrada a Pablo García. Ya debería saber el entrenador abulense que, por más que acumule jugadores defensivos, este equipo no defiende mejor. El partido frente a Las Palmas fue una honrosa excepción. Los dos goles del Mirandés llegaron en dos esperpentos defensivos del Sporting.

El plan de defender con el cuchillo entre los dientes y, si acaso, aprovechar una contra, se vino abajo a los siete minutos. Pablo Vázquez midió mal, Perrin se comió el pase y Diego Sánchez permitió que Carlos Fernández se girara y marcara el gol del empate. Los tres centrales salen retratados en la foto.

¿Qué hacer a partir de ese momento, con tantos minutos por delante? Pues muy poco hicieron tanto el equipo como Borja Jiménez; tal parece que dieran por bueno incluso el empate frente al penúltimo. La línea de tres centrales permaneció inalterable, con dos carrileros y tres centrocampistas. El equipo siguió sin un delantero centro nato, haciendo Dubasin esa tarea de falso nueve, turnándose con un Gelabert que estuvo tremendamente gris. Como quedaría demostrado en los últimos minutos, de poco le hubiera servido sacar al campo a sus dos delanteros, Amadou y Caicedo, porque el rendimiento de ambos deja mucho que desear. Sin Otero, el Sporting no tiene un delantero de un mínimo nivel para la categoría. Una planificación lamentable.

El Sporting tuvo un amago de reacción con un par de llegadas puntuales: Nacho Martín envió por encima de la portería un centro de Pablo Vázquez (que. por un momento, se puso el traje de extremo) y, en la ocasión más clara de todo el partido, a Justin Smith (que tampoco tuvo su tarde) le faltó una talla más de bota para aprovechar un centro de Dubasin que era un caramelo.

En el minuto 88, cuando ya el empate se daba por bueno como mal menor, un saque de banda del Mirandés dejó en evidencia la calamitosa defensa del Sporting. Tocaron, tocaron y tocaron hasta que Petit recibió solo en el segundo palo y batió a Yáñez, culminando la remontada de un equipo que llevaba ocho jornadas sin ganar. Hasta que llegó el Sporting.

El ejercicio de desesperación de los minutos finales, con Yáñez subiendo a rematar y a punto de regalarle el contrataque definitivo al Mirandés fue fiel reflejo de un partido nefasto, con un Sporting dantesco, desde la equipación amarilla fosforito hasta el juego del equipo. Una noche para olvidar, pero también para reaccionar; en el césped y en los despachos, ya de cara al mercado de enero. Con semejantes mimbres, milagros a Lourdes.

David González

David González

Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...

 

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