Ayuntamientos muy familiares... y enchufados

Nos habrán escuchado en más de una ocasión apelar al sentido del humor como una buena alternativa para surfear la crisis, la corrupción y otras variadas plagas de nuestro tiempo. Y estarán de acuerdo -suponemos- en que algunas cosas....ya casi inducen más a la chirigota que al cabreo. Lo de la infanta Cristina, sin ir más lejos,... siendo como es un asunto muy grave y del que hay que exigir explicaciones creíbles YA, o sea que alguien se haga responsable.....bueno, pues al margen de eso,....es que la historia es de camarote de los hermanos Marx. Resulta absolutamente surrealista. Puestos a cabrearse, casi que cabrea más lo de ese cerebro gris de la CEOE, José de la Cavada se llama, director de Relaciones Laborales para más inri, que ayer se permitió ironizar sobre los cuatro días de permiso por defunción de un familiar, que si eran muchos dijo- que los viajes ya no se hacen en diligencia. En fin.... hoy ha pedido, o medio pedido disculpas por si alguien se sintió ofendido....pero a lo mejor el presidente de la CEOE podría pensar si merece la pena mantenerle en el cargo. Porque hoy, precisamente, aprueban su nuevo código ético. Y esto de la ofensa y la humillación no parece que cuadre muy bien Pero vaya, lo que decíamos, que siempre nos queda el recurso del humor. Y hoy nos refugiamos en el gran José Mota para explicar, con carcajadas de fondo, cómo funciona eso de enchufar familiares en la Administración ¿A que tiene gracia la historia? Claro, que este caso de enchufismo, de nepotismo... de los Periánez Muro....no es que esté sacado sólo de la imaginación y el talento de José Mota. Que es mucho, por otra parte....No, es que tiene donde inspirarse. Hoy vamos a contarles en La Ventana el caso de Manilva, en Málaga, un ayuntamiento gobernado por Izquierda Unida donde según un informe de la Guardia Civil hay al menos 80 familiares y militantes del partido trabajando tras ser nombrados... a dedo. Y eso ahora, porque ese mismo informe habla de hasta 500 personas en los últimos seis años. En fin, al margen