Cuando los tifones lleguen al mundo rico

Filipinas sigue reclamando con desesperación ayuda internacional, cinco días después del tifón Haiyan. Agua potable, potabilizadores, comida y medicinas.

La información llega tan lenta como la ayuda. Hoy podemos contarles prácticamente lo mismo que ayer: que se calculan diez mil muertos, porque nadie sabe ni aproximadamente cuántos pueden ser, y que los afectados son diez millones. Que el Gobierno ha decretado el estado de emergencia y que hay aeropuerto operativo. Que España ha enviado ya dos aviones con material de emergencia...y que Bruselas pide que la colaboración se coordine para que sea más eficaz en un país muy pobre, que soporta 22 tifones al año, situado en una zona del planeta con contaminación alta, no suya sino de los gigantes asiáticos que tiene alrededor y que ayer en la Cumbre del clima que se celebra en Varsovia el representante filipino pidió entre lágrimas acabar con los efectos del cambio climático.

"Apelo a los líderes: por favor, no más retrasos, no más excusas". Es la voz -quebrada- de Naderév Sano que pedía así a la comunidad internacional que se comprometa de una vez por todas a financiar las medidas contra el cambio climático, al que imputaba directamente el tifón que ha arrasado el centro de su país. Y aunque algunos científicos piden prudencia a la hora de establecer relación causa-efecto de forma directa. Otros, y también la ONU, vinculan con el cambio climático la frecuencia y sobre la intensidad de los tifones en los últimos tiempos. Otra realidad que oculta y eclipsa la crisis financiera.