Atajar los síntomas y no la enfermedad

Hoy la SER les cuenta que el gobierno contempla incluir en la futura ley de Seguridad Ciudadana sanciones de hasta 600.000 euros para quienes se concentren sin permiso frente al Congreso, el Senado o los parlamentos autonómicos. Se regulan zonas de seguridad para evitar los escraches con un número indeterminado de metros que deberá establecer en cada caso el Jefe del operativo policial. Es la propuesta del ministerio del Interior para la reforma de la ley de seguridad que debe sustituir a la antigua, la conocida como ley Corcuera del año 92.

Noticia que conocemos casi a la vez que comienzan a instalarse las cuchillas, las concertinas en la valla que rodea Melilla, en la frontera con Marruecos. Un peligroso instrumento que pretende disuadir a la inmigración irregular. Un instrumento denunciado incluso por el Consejo Europeo por vulneración de los derechos humanos. Cada momento histórico y cada sociedad tiene sus retos de seguridad, o sus miedos fundados a veces, e infundados muchas otras. Pero llama la atención el empeño y la diligencia del gobierno en atajar los síntomas de la enfermedad, la protesta, la emigración, o la huelga como en el caso de Madrid. Y la dificultad, la tardanza en buscar soluciones reales a las causas del mal...la desigualdad que no deja de crecer.

Hoy mismo les contamos dos casos que hablan ya de la desesperación cuando no se tiene nada. El enfrentamiento en un barrio de Granada por los tres puestos de trabajo de una obra pequeña o la tensión entre trabajadores sociales apenas sin recursos para combatir la pobreza en Telde, Gran Canaria, y familias sin nada que les pedían ayuda.