Por encima de los discursos y los desplantes, las personas

Buenos días desde La Línea de la Concepción, en Cádiz. Esta mañana estamos en el Palacio de Congresos con el Peñón de Gibraltar frente a nosotros y con la bahía de Algeciras al fondo. Hace un día espléndido de sol pero con viento. Y menos mal, porque aunque lloviera, hoy volverán a ser muchos los españoles que quizás tengan que aguardar largas colas a pie para poder entrar a trabajar en Gibraltar. A pie o en coche. Parece una anécdota, pero son ciudadanos que suman a su jornada laboral dos o tres horas de espera. Cuatro meses después de que se agudizara el conflicto entre el gobierno español y el de la Roca, cuatro meses después de que se intensificaran los controles en la frontera, nos hemos venido al sur del sur para testar cómo afecta esta situación a las personas. Porque por encima y por debajo de las palabras, de los grandes discursos, los desplantes y la diplomacia, están las personas. Y aquí en la españolísima Línea de la Concepción hay diez mil compatriotas que cada día cruzan la frontera para trabajar en el Peñón. De camareros, albañiles, médicos o enfermeros. Y aquí, y en todo el campo de Gibraltar hay cientos de pequeñas y medianas empresas que empiezan a resentirse de las colas y la tensión. Sus ventas caen porque los gibraltareños no vienen ...disuadidos por las colas y por algo peor, dicen, por el enrarecimiento del clima político. Sus ventas caen porque la economía acusa esa ausencia.. Y estamos en una zona donde el paro roza el 30%. También están los pescadores, sin poder faenar, acumulando deudas y desesperanza. Hoy queremos hablar de las personas, de un lado y de otro. Pueblos que llevan siglos de convivencia, sorteando las dificultades del devenir político en cada momento y cuyos representantes deberían ser capaces al menos de hablar. Nosotros hemos venido a escuchar.