Educación y la profunda cicatriz de desigualdad

El informe PISA ha venido a señalar algo que ya habían puesto de manifiesto informes internos: la crisis económica y las enormes dificultades que pasa un número creciente de familias españolas influye en las notas de nuestros escolares. Una cosa es que en educación no todo sea cuestión de dinero, lo que es verdad, y otra que carencias tan severas como la falta de una alimentación adecuada, la imposibilidad de calentar el domicilio o la enorme preocupación de los padres no termine por tener una repercusión inmediata en el rendimiento escolar de los adolescentes. La segunda década del siglo XXI va a dejar una profunda cicatriz de desigualdad en un país en el que, precisamente, la igualdad de oportunidades en la educación había conseguido avances muy importantes.

El nuevo informe PISA nos dice también que seguimos teniendo un problema con la enseñanza de las matemáticas. Un problema serio porque según los datos de este informe los jóvenes de 15 años de hoy día ofrecen los mismos resultados que los de hace, nada menos, que doce años, siempre varios puntos por debajo de la media europea. Hemos mejorado algo, nos dicen, en ciencias e incluso en comprensión lectora pero nada en matemáticas. Doce años son muchos para no haber conseguido detectar dónde está el problema y cómo se puede resolver. Y las matemáticas son fundamentales, no porque ayuden al desarrollo tecnológico de los estudiantes, como piensan algunos, sino porque ayudan a ordenar la mente y a mejorar la comprensión de las cosas abstractas.