Los estertores de ETA

Cada vez que en España un gobierno, cualquier gobierno, ha superado con éxito un problema o una amenaza lo ha hecho con la misma receta: en una mano la ley, en la otra una política inteligente y sensible. Una no funciona sin la otra. La ley como fin en sí mismo lleva en ocasiones a un callejón sin salida. La política que se desentiende de la legalidad desemboca en frustración y fracaso.

La receta vale para el reto soberanista catalán, lo mismo que para gestionar el fin de la violencia en Euskadi.

Con la ley en la mano, ETA ha asumido su derrota. Con la ley en la mano, todos sus presos han renunciado al sueño imposible de una amnistía. Desde el respeto a la ley, el estado ha liberado a más de 60 etarras con condenas alargadas por la doctrina Parot. Y aplicando la ley, el Estado ha lanzado una operación policial contra el equipo jurídico que, según la policía y el juez, pretendía seguir imponiendo al colectivo de presos las órdenes de una ETA derrotada, pero todavía no disuelta y con las armas sin entregar.

Pero en este proceso empieza a echarse en falta la otra herramienta: la inteligencia política. Se acerca un prolongado periodo electoral y parece claro que Rajoy ha decidido ceder a las tesis del sector más duro del PP y de la derecha mediática, en todos los órdenes. También en este: y así, da la impresión de actuar desde el pasado, como si ETA siguiera teniendo la fuerza de hace 4 o 5 años, ignorando que los terroristas han sido ya derrotados y que sus propios presos lo reconocen públicamente.

Y así, mientras la inacción política del gobierno Rajoy preside los estertores de ETA, sin articular una estrategia que precipite la bajada del telón de este periodo negro de nuestra historia. Ya hemos tenido que ver de la mano al PNV con Bildu -convocando una manifestación en respuesta a la man