Entre el sueño y la nada

España y Marruecos tienen una de las fronteras más desiguales del mundo en renta per cápita. Y el escalón se agranda al infinito si la desigualdad se mide con los países subsaharianos de los que proceden la mayoría de las personas que intentan cruzar a Europa por Ceuta o por Melilla. No hay valla, espigón, concertina ni pelotas de goma que salven la distancia entre comer y no comer, entre la guerra y la paz, entre el sueño y la nada. Nueve personas muertas, ahogadas o aplastadas cuando decidieron elegir entre la muerte en vida o una vida con riesgo de muerte. ¿Qué más se puede decir cada vez que esta realidad nos asalta en forma de tragedia en nuestra puerta? Decir poco más... exigir a los poderes públicos sí: Al Ministerio del Interior que despeje cualquier duda, por mínima que sea, de que la Guardia Civil disparara pelotas de goma contra los inmigrantes cuando buscaron la salida del agua. Los supervivientes lo aseguran, el Delegado del Gobierno lo niega. Y a Europa, aunque sea clamar en el desierto ya, a Europa, ahora que vienen elecciones, exigirle de una vez por todas una política de cooperación real con los países de origen, y una política de inmigración que afronte el problema y no lo amuralle. Vamos, coherencia entre lo que dice, y lo que hace.