El mundo en manos de unos peseteros

La supremacía absoluta de la economía sobre la política tiene estos días fotografías muy elocuentes. Los pies de plomo de Europa y Estados Unidos en su respuesta a Putin por la anexión de Crimea no sólo fruto de un ataque de sensatez, bienvenido sea en cualquier caso, que evita el ímpetu belicista de antaño y busca salidas diplomáticas a los conflictos. Es sobre todo, el miedo a dañar los intereses económicos cruzados. Esta medianoche los 28 han acordado nuevas y tímidas sanciones a Moscú.

Otra foto está en Ceuta, Melilla, Sicilia o Lampedusa. Crecen las alambradas, los espigones, se refuerzan las fronteras frente al síntoma... Esos seres desesperados que huyen del hambre o de la guerra... Y ya casi nadie discute sobre la enfermedad: el expolio, la corrupción y la tortura en sus países de origen con regímenes, alentados, sostenidos, utilizados y en el mejor de los casos ignorados, por quienes ahora se asombran y asustan por la huida de su población hacia un mundo donde el pasaporte es más que nunca la chequera.

Y hay una más: las llamadas marchas de la dignidad, columnas de personas a pie que mañana confluyen en Madrid y que salieron hace semanas de diferentes puntos de España para recordar el precio de la crisis, el paro, los desahucios, la dificultad de acceso a la universidad, el talento y los derechos perdidos. Un ángulo de la realidad que parece molestar a algunos en la foto de la recuperación que hay que ofrecer a los inversores extranjeros.

Como diría Iñaki Azkuna, el alcalde de Bilbao que murió anoche, un político que nunca perdió el contacto con la calle y siempre habló claro: "¡El mundo está en manos de unos peseteros del carajo!"