Políticos y ciudadanos unidos

"Con el entierro de Adolfo Suárez en la catedral de Ávila terminan casi cinco días de tregua y unidad política y de catarsis ciudadana. Tregua y unidad porque hemos visto imágenes casi inéditas, la de los tres presidentes vivos, porque hemos escuchado declaraciones de intenciones que tenían a la buena política como protagonista, porque se ha hablado de diálogo y consenso, porque ha parecido que todo el mundo entendía que hay otra forma de hacer política. Poniendo en su justa medida lo del diálogo y consenso, que también tiene sus matices, y sus límites. Y catarsis ciudadana porque hemos visto como los ciudadanos han entendido y han utilizado la muerte de Suárez como una manera de expresar su reconocimiento a quien tripuló la salida de la España en blanco y negro, de la mano, con esos ciudadanos, cuyo protagonismo es también innegable. Y una imágen que nos deja también esta resaca y que nos debería hacer reflexionar a todos, la de los ciudadanos recuperando el Congreso. Las colas de gente entrando en la sede donde reside su representación, sin conflicto, con naturalidad. Lo habíamos olvidado. Lo han olvidado los violentos que revientan manifestaciones, lo ha olvidado el Gobierno que ha convertido el Congreso en un fortín, rodeado de vallas demasiado a menudo, incluso lo han olvidado aquellos manifestantes que sin usar la violencia piensan que el Congreso puede ser tomado. La democracia tiene mecanismos suficientes para que políticos y ciudadanos puedan coincidir entenderse. Lo institucional y lo civil pueden y deben tener puntos de encuentro, porque es evidente que la Transición, de la que tanto hemos hablado estos días, fue posible por lo institucional y lo civil, por el motor político y la gasolina ciudadana. Igual se podría reproducir el modelo."