Ridículo celestial

Definitivamente somos un país bastante raro, especial en algunas cosas. Lo sabemos, lo practicamos y además de vez en cuando ocurren historias que despejan cualquier duda. Por ejemplo esto que les estamos contando hoy de que la Audiencia Nacional, la misma instancia judicial que trata el terrorismo, el narcotráfico, la corrupción -ayer mismo Luis Bárcenas estuvo declarando- tiene que pronunciarse sobre si una Virgen, concretamente Nuestra Señora María Santísima del Amor, puede o no ser condecorada. Esto nos remite a una polémica que planteamos no hace mucho aquí en 'La Ventana': el que si somos un Estado aconfesional porqué nos cuelan la religión católica en la vida pública cada dos por tres. Y claro, que ya que el ministerio del Interior le concediera a la Virgen la Medalla de Oro al Mérito Policial, bueno, eso ya dijimos en su momento que pasaba un poco de castaño oscuro. Bueno, pues ahora dos colectivos laicos han conseguido, con un argumentario no exento de ironía, que la Audiencia les admita a trámite una demanda contra el Ministerio. Y a primera vista tienen más razón que un santo, ya que la Virgen no se ajusta a los requisitos para obtener esa condecoración: ni es miembro de las Fuerzas de Seguridad, ni tan siquiera es persona, con lo cual aquello de "mutilación o muerte en acto de servicio" tampoco cabe. Resumiendo, que algún juez de la Audiencia tendrá que dedicar parte de su tiempo a solventar este litigio, como si no hubiera asuntos más graves que atender. Aunque la culpa no es de los demandantes, aquí el problema es mezclar churras con merinas, porque la religión es algo íntimo, privado, respetable, pero la esfera pública nos pertenece a todos. Y, hombre, igual no hace falta llegar a lo de ayer en Sevilla, donde salió en procesión la Anarcocofradía del Santísimo Coño Insumiso y el Santo Entierro de los Derechos Sociolaborales. No es necesario, vale, pero a Dios lo que es de Dios y a César lo que es del César. Así nos evitamos dos cosas: problema