Crueles piruetas del destino

Hace unos meses, televisión española nos presentó 'El pueblo más divertido' como una versión viajera del club de la comedia, en la que el humor rural desbordaría las pantallas para descubrirnos que, más allá de las palabras de la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, la alegría no sólo se vive en las calles de España, también en regadíos y secanos. Ayer descubrimos que 'El pueblo más divertido' era, en realidad, una burda revisión kafkiana del veterano 'Grand Prix'. Todo un plantel de cómicos, algunos como el señor Barragán descriogenizado para la ocasión, y un jurado como Mario Vaquerizo, la prueba viviente de que la santísima trinidad no es un milagro sino su representante, en un programa que, lejos de hacer reír, producía rubor, tristeza... y ¿por qué no decirlo? cabreo. Por la mañana, Mariló y María Casado habían protagonizado uno de los momentos televisivos más desconcertantes de los últimos años: ambas, entre risas, se lanzaron al vacío en paracaídas para cumplir una apuesta. El momento, que otro día habría resultado divertido, resultó chocante para quienes todavía no se habían recuperado de la terrible noticia de la muerte del cocinero y presentador Darío Barrio durante un lanzamiento similar este fin de semana. En una de esas crueles piruetas del destino, la presentadora se lanzó por la mañana y se estrelló por la noche, con un triste e insostenible 8% de audiencia. Viendo el percal, Mariló Montero parece condenada a convertirse, tarde o temprano, en la vaquilla que embestirá a Millán Salcedo con una de esas gracias que tan buenos resultados le dan para convertirse en reina de las redes sociales.