Palabra de arrepentido

No sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero es como un acto reflejo: si alguien te habla de la figura del arrepentido, uno piensa automáticamente en la mafia. Y sin embargo no sólo ahí, en la organización criminal por excelencia, aparecen estos personajes que a cambio de atenuar sus penas prestan un valioso servicio a la justicia. Hoy tenemos el último ejemplo con la confesión del contable del instituto Noos, que deja a los pies de los caballos -por si no lo estuvieran ya bastante- a Iñaki Urdangarín y a su socio Diego Torres. Nada dice de la infanta Cristina, ese es otro asunto, aparece ahí como posible beneficiaria de los tejemanejes de su esposo, pero sea como sea, su testimonio apuntala tres años de investigaciones sobre un caso que fue descubierto casi por casualidad mientras se investigaba la trama Palma Arenas. Pero algo que empezó de carambola ha tenido un resultado demoledor: el yerno del Rey y su colega se inventaron un negocio con dinero público que aportaban los gobiernos de Valencia y Baleares y que ellos ocultaban bajo el cartel de una entidad sin ánimo de lucro, porque eso era en teoría el instituto Noos. Y para conseguirlo, para enriquecerse, habrían hecho casi de todo: inflar presupuestos, emitir facturas falsas y además simular contrataciones de personal para ahorrarse impuestos. Que esa es otra, el delito fiscal, tan frecuente en España, tan poco perseguido y que tan enraizado tenemos en nuestro ADN colectivo; casi a veces, según con quién hables, parece más un mérito, un ejemplo de tipo listo, que no de truhan. Y ese sería también otro debate interesante, el de la cultura de los impuestos en España que con ejemplos así desde luego no va a mejorar, pero debería. Y una manera de hacerlo sería pegar un buen palo a quienes se columpian, como parece que ha hecho el todavía Duque de Palma.