Ilegal e insensato

Hace tres años, el entonces director de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos, un militar y diplomático irlandés, dejó testimonio de su espanto. El asedio de Gaza, dijo, es ilegal, inhumano e insensato. Un asedio medieval en pleno siglo XXI. Un millón y medio de personas empobrecidas, aisladas e ignoradas, que solo aparecen de nuevo ante nuestros ojos cuando a ese espanto se añade el bombardeo.

Las tres palabras fueron bien elegidas y siguen teniendo hoy día todo su sentido y valor. Tres años después lo que ocurre en Gaza es ilegal, porque el derecho internacional y las normas de Naciones Unidas prohíben que se tome a la población civil como rehén. Prohíben que se exija a cien mil personas que abandonen sus hogares y huyan, abandonándolo todo. Es inhumano, porque el ataque israelí ha causado ya trescientos muertos, de los que casi 50 son niños. Es cruel y falto de humanidad. Y es insensato, contrario a la razón, creer que una respuesta semejante a los ataques, mucho menos cruentos, de las fuerzas palestinas logrará algún objetivo que no sea aumentar el odio. Es insensato creer en la utilidad del dolor de un muchacho, desesperado, que abraza el cuerpo sin vida de su hermano pequeño.