Un riesgo cada día más grande

Las cosas en Europa no parecen marchar bien y si no marchan bien en Europa, tampoco lo pueden hacer en España, porque la débil recuperación económica española no podrá estabilizarse si Europa no arranca de una vez. Esa es la realidad.

El pasado fin de semana se reunieron en Australia los ministros de Economía y los gobernadores de los bancos centrales del llamado G-20. Allí estuvo el secretario del Tesoro norteamericano, que fue mucho más contundente que alguno de sus colegas europeos a la hora de criticar al gobierno de Alemania. "Europa no puede esperar más para introducir estímulos al crecimiento económico", dijo. El norteamericano le reprochó a un impertérrito ministro alemán que esté haciendo correr un riesgo tan grande a Europa: "Estoy muy preocupado porque están ustedes prolongando esta situación durante demasiado tiempo y existe el riesgo de que los vientos en contra se hagan aún más fuertes". El ministro alemán, rodeado de algunos de sus colegas de la Europa del Norte, no dio su brazo a torcer. Es como si Alemania creyera que ésta es su ocasión de someter a la díscola Francia o a la incómoda Italia, y que no le bastaran las promesas de Valls o de Renzi. Quiere verles con el cuchillo en la mano, chorreando recortes, pero en ese pulso, casi religioso, pueden terminar llevándonos a todos por delante. Francia e Italia son mucho Francia y mucho Italia y una cosa es que acepten reformas y otra que se vayan a someter a un régimen de aceite de ricino como el recetado a España. La respuesta llegó de un irritado Manuel Valls: "Dejen de tratar a Francia como si fuera un niño enfermo".