No basta con condenar la actuación de Pujol

La comparecencia de Jordi Pujol, hoy, ante el Parlamento de Cataluña va a tener un efecto secundario muy perjudicial. Va a ayudar a que se tape en falso el alcance político de este escándalo. La presencia de Pujol ante los diputados servirá para que Convergencia i Unio y seguramente Esquerra Republicana de Catalunya, y quizás algún otro grupo, consideren que ya está cubierto el expediente y que no es necesaria una comisión de investigación. Y ese es un gran error. La actuación de Pujol y de sus hijos tiene una vertiente que será investigada por la fiscalía y por los inspectores fiscales, pero ese no es el principal problema político de Cataluña. Lo realmente decisivo es saber si durante todos esos años existió en la Generalitat un sistema institucionalizado de cobro de comisiones ilícitas. Eso es lo que debería tratar de averiguar el Parlamento catalán.

Creer que se puede pasar página con la confesión de Jordi Pujol de que ocultó una herencia y con el indignado repudio de los diputados por este hecho es un error. Una equivocación no abordar con seriedad esa sospecha, casi esa certeza, que ensucia la vida política en Cataluña y que seguirá ensuciándola durante muchos años, sea cual sea su relación con España. El problema político de la corrupción no se resuelve con la condena, más o menos firme de uno de sus protagonistas, por muy necesaria que sea, sino con el conocimiento de los mecanismos empleados y con su erradicación total. Y eso, lamentablemente, no poco probable que suceda hoy.