Examen de conciencia

A estas horas no tengo ni idea de si el Partido Popular tendrá el coraje de echar a Rodrigo Rato, o al menos suspenderle de militancia, por el escándalo de las tarjetas negras. Tampoco me queda claro si el PSOE de Pedro Sánchez se ha precipitado o no expulsando en bloque a los usuarios de esas tarjetas.... Pero me gustaría saber, de verdad, cuántos ciudadanos están genuinamente indignados y cuántos -si somos francos - no hubieran sucumbido a la tentación de chupar del bote. ¡Ojo!, esta reflexión no pretende para nada diluir la responsabilidad de comportamientos deleznables -y posiblemente ilegales- en un marco general de la picaresca española. El famoso tópico: el ya se sabe cómo somos, aquí el más tonto hace relojes, el mundo es de los listos.... ¡No, no, nada de eso! Es justo lo contrario. Pero como tengo la convicción de que la respuesta -si es sincera- sería afirmativa en muchos casos -"sí, yo hubiera chupado del bote"- intento averiguar las causas. Y buscando, buscando, vuelvo a toparme con un páramo en cuanto a referentes morales y éticos en la vida pública. Y pienso que eso se ha ido propagando como un virus, se ha extendido como un tumor y hay muchísima gente enferma. No se entiende si no, por ejemplo, cómo la corrupción, cómo los corruptos, no son castigados en las urnas...al menos hasta ahora. Y la consecuencia última de todo esto puede ser que nos acabemos cargando el modelo -con todas las imperfecciones que quieran- que nos sirvió para salir de una dictadura. No está mal recordarlo....Aunque aun siendo la política el escenario más recurrente de este fenómeno, tampoco es el único, no nos engañemos. Por eso me ha encantado que un profesor que da clases de ética en los negocios escriba hoy en "El País" que a falta de buenos modelos de conducta, la ejemplaridad puede forjarse mirándose al espejo antes de irse a dormir". Así que a ver quién es el guapo -o la guapa- que lo prueba esta noche.