Juan Tallón Salgado

A vivir que son dos días

Yo también he llevado una vida reposada, y aún así me ha dado tiempo a lanzar un coctel molotov, estrellarme en un coche, ser atracado, acompañar a un moribundo. De hecho, también he conocido a varios asesinos en persona.

A vivir que son dos días

Quiero decir, con esto, que a veces contar los hechos como pasaron de verdad es dificilísimo. Sobre todo si no tienes vergüenza, que justo es la cosa que le pasa al Tribunal Supremo.

A vivir que son dos días

Hoy entiendo mejor aquel sketch de Martes y Trece, en el que una cliente acudía al súper a comprar detergente Gabriel. Un señor le ofrecía a cambio del suyo tres paquetes de Gabriel. Pero ella rechazaba la ganga. «Gabriel es mi preferido», decía.

A vivir que son dos días

Hay gente condenada a ser nefasta en todo lo que hace. La peste misma.

A vivir que son dos días

Me acuerdo del comienzo prodigioso de Memorias del subsuelo, de Dostoievski: «Soy un pobre miserable», decía el narrador al comienzo. Ojalá un principio en esa línea, rebosante de honestidad

A vivir que son dos días

No quiero ni pensar qué ocurrirá si un año, entre las dos y la tres, de pronto ya no cabe esperar la milagrosa pirueta de los relojes, como si hacer cosas sin sentido, como adelantar y atrasar la hora, no fuese lo que nos hace humanos. 

A vivir que son dos días

Yo estoy a favor de albergar grandes ilusiones de vez en cuando. Sobre todo mientras estás en la cama; en el momento que te levantas, ya la has cagado. Pero no hay que ponerse demasiado triste. La banca siempre gana

A vivir que son dos días

Es una suerte para el negocio que tenga prisa y salga corriendo para comerme lo que he comprado. Así mañana podrán atracarme otra vez. Enhorabuena a los asaltantes.

A vivir que son dos días

A lo mejor llevaba razón aquel señor que sostenía que lo de ‘dos y dos son cuatro’ era una excelente idea, pero de ahí a ponerla por las nubes mediaba un abismo.

A vivir que son dos días

En un mundo donde el razonamiento perdió la batalla frente a las emociones, lo insoportable es situarse en el medio, en los días regulares, que ni fu ni fa, de los que no cabe decir que te cambiaron la vida.

A vivir que son dos días

Me gusta que citar el funeral de mi propia bisabuela, Cristalina, cuando a dos metros del ataúd se me ocurrió pensar algo graciosísimo a su costa, y ponerme a reír sin parar. Mi madre me asesinó con la mirada, pera la risa es la risa: hay que dejarla salir.

A vivir que son dos días

Todos queremos por naturaleza tapar lo que nos avergüenza. Pero la maniobra de tapar solo consigue que los demás quieran ver a toda costa.

A vivir que son dos días

Mi máxima aspiración, con este horizonte vital, sigue siendo instalar una cubierta de policarbonato con mis propias manos en el patio del piso, para que no llueva

A vivir que son dos días

"Lo cual produce pena, porque no saber cómo se hacen un montón de cosas, difíciles y elementales, representó siempre una de las tónicas de la vida"

A vivir que son dos días

Creíamos que los mejores y más fuertes, los que sabían adaptarse, sobrevivían, como sostenía Darwin en su teoría de la evolución, y de pronto vemos que los peores también aguantan de maravilla

A vivir que son dos días

No te atropelló el autobús por poco, por poco no te tocó la lotería, no llegaste a tiempo por poco, no es de tu talla por poco, o por poco la ley de amnistía es constitucional. Lo que me lleva a la conclusión de que no hay diferencia entre por poco y por mucho.

A vivir que son dos días

Por una misteriosa ironía, los corruptos mantienen siempre cerca las pruebas que demuestran rápidamente que lo son

A vivir que son dos días

Hace poco, alguien me dijo que si estaba siempre bien, rayando la insultante felicidad, por algo malo sería. Me sugirió probar con la terapia para dar con eso que no funciona dentro de mí y que hace que me sienta genial. Por lo menos quédate calvo, me sugirió.

A vivir que son dos días

Todos sabíamos que ese día los alcanzaría. Solo nos equivocamos al predecir la hora de la pelea. En un mundo demasiado pequeño para los dos, lo normal era que intentasen destruirse nada más saludarse.

A vivir que son dos días

Justo después de aforarse a la desesperada como diputado, propuso un debate sobre si de cara al futuro no habría que limitar el aforamiento para evitar abusos