"El millor dels estius era anar a cercar els gelats d'en Paco"
Gelats Paco: tres generaciones de los Aznar, de clientes y de helados
Tres euros con dos pesetas - Gelats Paco
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Palma
Algo tan sencillo y cotidiano como comer un helado puede transportarte a una tarde calurosa de la infancia, al premio del abuelo que agasaja, confidencias entre amigos, una primera cita o el encuentro con el azúcar necesario para encarar el final de un domingo. Cada sabor es un momento, una experiencia. Para unos paladear el chocolate será volver a sentir la piel bañada por la sal al volver de la playa en verano. Para otros, que la fresa se les deshaga en la boca será sentir que vuelven a estar en la plaza del barrio, entre risas y amigos. Cada helado será un momento o un lugar, y cada vez que comas ese sabor volverás ahí.
Popi Matas lleva desde los 10 años comprando el helado en el mismo sitio. Ahora, tiene 48. La primera generación de Gelats Paco, Paco Aznar, era de Alicante. Pero vino a Mallorca, junto a su hermano, para montar la heladería que lleva desde el 1950 funcionando. Tienen dos locales, uno en Blanquerna, dónde los clientes de barrio se han mezclado con los turistas, y otro en la calle Benet Pons i Fàbregues. En esta segundo, es donde tiene lugar este reportaje y el que abrieron primero.
Tres generaciones han mantenido hasta la actualidad la heladería. La aventura empezó con Paco. Su hijo, Xisco Aznar, junto a su mujer, heredaron el legado. Y ahora, Xavier Aznar, es quién está al frente y quién nos hace el recorrido por la historia de este local, el número 18 de la calle Benet Pons i Fàbregues.
Con los años, las cosas han cambiado mucho. El local ya no es el mismo que al principio. En la parte posterior, la parte del local que no se ve, está el obrador. Aquí se hace la magia culinaria, se crean los helados. Todavía conserva alguna maquinaria antigua, como un pasteurizador, pero la mayoría de cosas han ido evolucionando con el paso de los años. La forma de hacer el helado también. Pero, si algo perdura es la esencia. El toque tradicional al hacer el producto es lo que conserva Gelats Paco. Y por eso, sus clientes son fieles. Los principales consumidores son los vecinos del barrio. Después de 72 años, Gelats Paco es Pere Garau. Nadie se imagina ya un Pere Garau sin su Gelats Paco.
Conchi Frontera lleva 26 años formando parte de esta familia. Se encarga de atender al público, algo que le encanta. Aunque también disfruta de estar en la fábrica, la parte posterior de la tienda, dónde creará ese postre que depende del sabor que elijas no solo serán las papilas gustativas las que se activaran, sino también los recuerdos.
Xavi estaba vinculado a los helados por su familia. Él estudió una ingeniería informática y estuvo varios años trabajando para una empresa de aviación. Pero sentía que le faltaba algo. Sus padres ya se empezaban a plantear qué hacer con el negocio: si mantenerlo o traspasarlo. Y después de muchas conversaciones con su mujer, lo tuvo claro. Quería seguir con el negocio familiar. Sus padres, al principio, se mostraron reacios ante su decisión. No querían que tuviera su misma vida. Pero la filosofía de Xavi es que cada uno debe elegir su camino. Y él lo tenía claro, quería volver a casa. Aunque sea un negocio en el cual tienes que sacrificar cosas.
Los sabores de los helados son infinitos. De fresa, de vainilla, de pistacho o de dulce leche. Pero los clientes y sus gustos también son muy variados. Paco nos confiesa que hay tres sabores que no puede no tener: mantecado, tutti frutti y el turrón. Hacen poca cantidad, pero los tienen porque sino los clientes fieles a su sabor se van. Y llegamos al momento más esperado. Llegamos al momento de desvelar qué helado prefiere quién los crea. De entre 48 sabores, Xavi siempre escoge el mismo que ha comido durante toda su vida. Su preferido: el bombón. Que en otros sitios sería parecido al de stracciatella.
Él se mantiene fiel al helado bombón. Pero la familia Aznar al completo lo que ha conseguido es que los clientes se mantengan fieles a su tradicional forma de hacer el producto. Son clientes como Popi Matas, que la conocíamos al inicio de este reportaje. Ella se crio y creció con estos helados. Ahora no vive en Palma, pero acude expresamente para comprar ese helado que marcó su infancia. Volver para comprar ese momento de felicidad.