A la cárcel por protestar contra el turismo

Yo también pensaba que el juicio contra el presunto “grupo criminal” de Cursach iba a oscurecer la actualidad local.

Y me equivocaba, porque esta semana llevo escuchados más comentrarios escandalizados por el proceso a los jóvenes de Arran que al oscuro magnate.

Recuerden, la misma fiscalía que reduce a la mínima expresión la pena al protagonista principal de lo que considera un “grupo criminal”, pide treinta años de cárcel para doce jóvenes que protestaron contra el turismo.

No hace falta simpatizar con la idea de que el turismo mata a Mallorca, lo cual por otra parte es una evidencia, para escandalizarse ante el hecho de que una pancarta con ese enunciado cueste tres años de cárcel, por mucho confeti y bengalas que le añadan.

Hasta el policía responsable de la investigación reconoce en la Audiencia que “era una movilización social que no representaba especial peligro”.

Una niñería por la cual doce personas han vivido durante cinco años con la presión psicológica de ingresar en la cárcel.

Se les pide más pena que al conductor borracho juzgado al mismo tiempo por matar a un peatón en un paso de cebra.

Entre excederse y hacer el ridículo solo hay un paso, y aquí se ha franqueado.