"La agricultura de las Islas no está habituada a estas altas temperaturas"

Palma

Si las olas de calor continúan siento la tónica habitual, el sector agrario de las Islas tendrá implantar medidas para combatir la falta de lluvias y las altas temperaturas. De lo contrario, habrá pérdidas y falta de producción. Es la advertencia que lanzan desde Unió de Pagesos, quienes reclaman a la conselleria de Agricultura que se constituya la mesa de cambio climático.

El secretario general de esta organización, Sebastià Ordines, cree que se debería crear además un fondo para compensar las pérdidas en el sector primario por las altas temperaturas y también invertir en la reutilización del agua de las depuradoras.

Según Ordines, el campo ya está notando los efectos del cambio climático: cultivos listos para su recolección o plantaciones de secano que a la larga necesitarán sistemas de riego.

Las altas temperaturas también afectan a la ganadería. Los animales sufren el calor, necesitan más agua y su bienestar empeora.

Con todo, si las intensas olas de calor se convierten en habituales, a medio y largo plazo los precios deberán incrementarse por la implantación de las medidas de riego. De lo contrario, se corre el riesgo de acabar con la agricultura del archipiélago, que no está habituada a las altas temperaturas.

Las consecuencias de la ola de calor de estos últimos días se notarán a partir del mes de septiembre con una disminución de la producción de los cultivos. Y es que con las altas temperaturas, cada vez más frecuentes y que rozan los 40 grados, el polen deja de ser viable y no puede germinar la flor.

Jaume Pou cultiva hortalizas y frutas. Reconoce que las olas de calor son habituales en verano, pero no que se alarguen tanto en el tiempo o que sean tan intensas. Las altas temperaturas deterioran el polen e impiden que la flor pueda generar el fruto.

Ya han tomado medidas para hacer frente a las intensas temperaturas: se han instalado pulverizadores para humedecer el ambiente de las plantas y se han pintado de blanco los invernaderos para reducir los rayos solares.

Unas medidas que no solo benefician a las plantas, sino también a los campesinos. Los pulverizadores crean un ambiente más agradable y no hay tanto calor en los invernaderos. Además, se han redistribuido los turnos de trabajo para no tener que exponerse en las horas más cálidas.

Hay un descenso en la producción en las frutas y hortalizas que beneficia directamente al productor y que ha podido ajustar el precio al alza para compensar así los incrementos en la materia prima. Por tanto, hay menos producción, más demanda y los precios suben.